miércoles, 17 de diciembre de 2014

Plan PREPARA (y III)

Año y medio después de presentar un recurso de alzada por la denegación del Plan Prepara al que tenía todo el derecho del mundo he recibido, sí, año y medio después, la resolución. Negativa, evidentemente. No me sorprende, aunque mantenía la esperanza que 18 meses dieran para estudiar el expediente con detenimiento. Pensé, loca de mí, que cientos de funcionarios estaban leyendo cada una de las líneas de mi recurso para entender qué es lo que reclamaba. Creía que harían cuentas y llegarían a la conclusión de que habían cometido un error (ya conté en otro post que una funcionaria había calculado que por los escasos ingresos que entraban en casa en aquellos momentos, me correspondía la "ayuda"). Pensé también que quizá alguien me haría sentir como algo más que un mero número o un mero nombre en el censo electoral. 
Qué equivocada. La resolución denegatoria, que pone fin a la vía administrativa y que, por tanto, abre la del contencioso, es una resolución tipo en la que lo único nuevo es el nombre del recurrente. Una maraña de antecedentes de hecho y de derecho en los que no se menciona en ningún lugar las circunstancias concretas del recurrente, en los que dicen haber tenido en cuenta la documentación que se anexa pero que no se anexa y que solo sirven para darte cuenta de que te han tomado el pelo, otra vez. 
En fin. Esto termina aquí. No voy a reclamar judicialmente la resolución porque no puedo permitírmelo y la maquinaria del Estado es demasiado poderosa. Quizá me diréis que soy cobarde, pero no tengo ganas de seguir sintiendo que no soy una persona, que solo soy un número de la SS (Seguridad Social, no las Schutzstaffel, aunque empiezo a no ver diferencias). Querida Fátima, tú ganas. 



lunes, 15 de diciembre de 2014

Terapia de choque (II)

Y cuando tengo momentos de debilidad me recuerdo que tenemos que aprender la lección:




Porque si tú eres capaz de estar casi tres semanas sin hablarme no seré yo quién dé el primer paso esta vez. 

PD: La canción original es de The Korgis, pero la versión de Beck es mucho más bonita. 

viernes, 5 de diciembre de 2014

Terapia de choque (I)

Suena casi a paradoja. Cuando estoy triste porque lo nuestro no es como debería, cuando me doy cuenta de que lo nuestro nunca fue nuestro, no me acuerdo de ninguna de nuestras canciones. En el fondo es normal porque nunca tuvimos una canción. Pero si quiero torturarme con una canción triste, no por la letra ni por la melodía, no, una canción triste por lo que significó, siempre está ahí presente: Los Días Raros, de Vetusta Morla. 
Me contaste, hace tres semanas, que tu dentista tenía de hilo musical Vetusta Morla y le preguntaste qué grupo era. Tú ya lo sabías, yo te los había puesto cientos de veces aquellos viernes que venías a casa a huir de la tuya. Pero querías asegurarte de que tu dentista escuchaba la misma música melancólica que yo. Diste en lo cierto y sin tapujos dijiste que no, que no te gustaba. Y yo el día que por última vez escuché esa canción fui feliz por última vez en la vida. Porque dos días después perdía a mi bebé. Y tú nunca fuiste el padre. 


viernes, 28 de noviembre de 2014

Chao

He arruinado mi vida. Llevo años destruyéndola. Siete, concretamente. He arruinado mi vida pensando que mi vida era otra, creyendo que mi vida era la de una telenovela alejada de la realidad. He hundido mi vida, he cometido tremendos errores, me he llevado por delante tantas cosas, tantas personas con mi egoísmo que no soy digna ni del más humano de los sentimientos, el de la compasión. Ni compasión merezco. Este es el último post de este blog. No ha lugar a explicaciones. Solo hace falta mirarme al espejo y ver en lo que me he convertido, en un ser endeble, sin sentido, sin futuro. Tengo 35 años. Y son suficientes para saber que no habrá 35 años más. Hoy no. Mañana no. Ni pasado. No hay más años. Ni más días. La chica que se complicaba la vida ya no existe. Es un espejismo. Se terminó.

lunes, 27 de octubre de 2014

Puede

Todos conocemos, aunque no hayamos visto la película, que el amor significa no tener que decir nunca lo siento. Es extremadamente difícil no cometer errores, todos los cometemos. Sobre todo aquellos que creemos poseer la verdad absoluta. Pedir perdón alivia nuestra conciencia y quizá por ello lo hacemos: para sentirnos bien con nosotros mismos. Solo una disculpa sincera merece una respuesta afirmativa.

El que perdona demuestra ser generoso pero solo si olvida. Porque perdonar también puede convertirse en un gesto egocéntrico, para sentir el poder que da ser mejor persona. Olvidar, no sentir rencor, no reprochar es el verdadero acto de amor. Pero eso es lo más difícil y solamente está al alcance de grandes personas. Ni tú ni yo somos grandes personas, somos más bien normalitas, tirando a muy imperfectas, con demasiados defectos. Hasta que no olvidemos no podremos perdonar o incluso dejar de cometer los mismos errores. Quizá algún día dejaremos de decir lo siento.


lunes, 20 de octubre de 2014

Una vez más

Esto no te sonará a nuevo porque lo he dicho tantas veces que hasta parece perder el sentido. Mas como es cierto no me avergüenzo de volver a decirlo: quiero envejecer contigo.
Cumples un año más, lejos, siempre lejos, pero cercano. Y siento no poder estar contigo, me encantaría regalarte mi presencia, por muy ocupado que estés. Sé que para ti es un día como otro porque eres de esas personas que no se fijan en fechas, ni siquiera en las suyas. Quizá el año que viene, como el pasado, pueda estar contigo y empezar a envejecer el uno con el otro, de una vez por todas. 

Te quiero. Feliz cumpleaños. 

domingo, 12 de octubre de 2014

Orgullo patrio

No me importa un pimiento asado berciano lo que pueda pensar la gente de mí, si me importara no tendría amigos de tan distinta forma de pensar. Intento respetar sus ideas, sus creencias, de la misma forma que ellos respetan las mías, muchas veces contradictorias. Porque soy contradictoria y de la misma forma que puedo felicitar la Diada, puedo sentir respeto por aquellas personas que hoy celebran la Fiesta Nacional. 
No tengo por qué justificarme y tampoco es mi intención. Pero hoy para mí es un día especial, seguramente más por motivos afectivos que de sentimiento real. Porque los que realmente me conocen saben que soy apátrida y que mi patria está dónde está mi corazón. En estos momentos mi corazón está lejos. Solo sé que yo estoy aquí, pero mi corazón no me acompaña desde hace un par de días. 
En fin, aunque no me leas, feliz día. Estoy orgullosa de ti, de mi patria, de mi pingüino de penacho amarillo.   
http://www.nuestromar.org/imagenes/noticias/2013/OCT/091013_pinguino_penacho_amarillo.jpg

domingo, 28 de septiembre de 2014

Lanzarse

Desde que te conoce tú siempre has sido el juicio y ella la locura. Tú la sensatez y ella el arrebato. Por un delirió se fue a vivir a lugares desconocidos , abandonó la zona confortable para adentrarse en tus vaivenes, dejó personas, las abandonó a su suerte, renunció.

Con el tiempo creyó que nunca más la elevaría el huracán para dejarla caer en otro lugar. Pensó que se acabaron los disparates, pero se equivocó. Sigue siendo aquella insensata diestra en el arte de tomar decisiones desbarradas. Sigue siendo una loca.  


jueves, 18 de septiembre de 2014

Perder el norte

Necesitar el sur para perder el norte, o el noroeste, que a fin de cuentas es septentrional. Perder de vista el frío, los días grises, la lluvia, el infierno del aguacero, para regresar a la calidez del sol que quiere irse a dormir un poco antes para seguir dorando la piel, ya agrieatada por el paso de los años perdidos en la niebla, el hielo, la nieve, las montañas y la cabra que tira al monte. Buscando el sur para perder el norte nunca antes perdido, tan rígido, tan boreal. 


miércoles, 17 de septiembre de 2014

De poemas sin razón


Menos noches que en la canción, pero muchos más días.
Tu tez se difuminada entre sombras.
Una pulsera adorna mis manos, las que eran.
Las sábanas saben que no estás.

La nada.

Todo es oscuro, con tintes azulados.
Nunca me regalaste un anillo.
El colgante anda perdido en el universo de las joyas.

Cristales rotos.

Las venas anuncian poca vida. 
Mis defectos son míos, no los cambio por los tuyos.   

domingo, 7 de septiembre de 2014

No sabes cuánto te echo de menos...

Duermes a pierna suelta y no oso despertarte. Me acuesto en un extremo de la cama y de repente te me acercas para rodearme con tus piernas y murmurar un buenas noches ininteligible. Te despiertas al rato y te preguntas: ¿cuándo llegó? Y me haces el amor aunque esté medio dormida. 

Dos meses, veintidós días y ocho horas. 



Que lo diga el poeta, yo ya no sé qué más decir... O sí.

Echo de menos tus manos acariciándome, tus pies rozándome de noche sin querer. Me faltan tus labios, tu sonrisa, tus ojos mirándome fıjamente antes de besarme. Echo en falta tu hoyuelo en la mejilla, tu corto pelo y ese rizo que dejas caer en la frente. Echo de menos tu risa espontánea al oír alguna mamarrachada de las mías y tus piernas, que tanto me gustan. Echo de menos que me hagas el amor en el sofá, que me folles salvaje y apasionadamente en el marco de una puerta, que me hagas sentir que me quieres cuando me acaricias, me besas. Encuentro a faltar el timbre grave de tu voz y que te aburras al teléfono con mis peroratas. Echo de menos sentirte dentro de mí y que me lleves a tomar un vino, que me expliques historias y que me hagas sentir que estoy con el hombre más interesante e inteligente del mundo. Echo de menos que me digas que te gustan mis piernas, que te encantan mis manos y que quieres verme. Echo de menos que me metas mano en un rincón de la casa y que me beses mientras intento cocinar. Echo en falta que llegues para comer y que te gusten mis platos, incluso el postre. Ojalá pudiera tan siquiera olerte, verte de lejos andar de esa forma tan particular. Echo de menos incluso tus silencios. Aunque este vuelva a durar siglos. Nunca te echaré de más

jueves, 28 de agosto de 2014

Todo nos parece una mierda

Me apetecía cambiar de tercio y dejar las cursilerías para momentos más adecuados, para esos días en los que una copa de vino hace que salgan unas palabras de tu teclado que estando menos achispada no escribirías. Será que me tiene que venir la regla. ¡Oh! ¡Sí! ¡Una mujer hablando de la menstruación!

Parece una tópico, los hombres creéis que es un tópico. Pero no lo es. Es una realidad objetivable y comprobable. Desgranemos los tópicos:

1. Estamos más sensibles. Cierto. Correcto. Una broma puede acabar en tragedia porque nos la tomamos mal, de forma personal y en vez de gritar, nos da por llorar, creer que la vida es una mierda y que todo el mundo confabula en contra nuestra. Lo que me lleva a...

2. Somos mucho más susceptibles: paranoya para qué existes, para joderme la vida antes de menstruar. Vemos cosas que no son, sospechamos de todo y de todos, cualquier indicio es una prueba concluyente de nuestras retorcidas conclusiones precipitadas. Lo que me lleva a...
3. Gritamos, perdemos los papeles y si es preciso insultamos, que por algo tenemos la excusa de la regla...

¡Ups! Creo que acabo de descubrir el gran secreto...

En serio, la menstruación no es un pretexto, solo es aquel momento del mes en el que nos mostramos más como somos en realidad.

Y para celebrar que estoy premenstrual, recupero este hit:





Bueno, sí, no tiene nada que ver, pero me gustaba esta canción. Espero que no tengáis ningún problema. 

lunes, 25 de agosto de 2014

Ingredientes

Etiqueta. Hoy en día todo se etiqueta. Productos etiquetados con una retahíla interminable de ingredientes. Cuanto más detallado, mejor. Fotos etiquetadas en redes sociales con nombres de amigos y conocidos. Sin etiqueta una foto no cobra sentido. Etiquetas en microblogs, mal llamadas hashtags, para poder seguir un hilo de patrañas sin perder ni un ápice de la estupidez humana comprimida en 140 caracteres.
Etiquetas. Relaciones etiquetadas. ¿Qué somos, cariño? ¿Novios? ¿Amigos con derecho a roce? ¿Amantes? ¿Pareja? ¿Compañeros de vida? ¿Qué narices somos, cariñín? ¿Por qué necesitamos etiquetar, poner en un cajón determinado, archivar en la carpeta adecuada un sentimiento? ¿A qué se debe esa necesidad de concreción? ¿Saber a qué atenernos? ¿Reunir pruebas para reproches futuros? ¿Para eso sirven las etiquetas? Siempre me pregunté qué éramos, qué somos, qué seremos. Pero ya no quiero etiquetarnos más. Somos tú y yo y lo demás son paparruchas sin importancia.  

domingo, 17 de agosto de 2014

Reventar

Las cosas hay que decirlas porque si no una revienta (ac. 13 de la RAE: tener ansia o deseo vehemente de algo): sigo enamorada como el primer día. 
Estoy en una posición débil, lo sé, porque si estás enamorado dejas de ser tú mismo para convertirte en un poco de ti, pero mucho del otro. Porque el otro importa tanto como tú.
Te conviertes en un dos, dejas de ser uno. Y ello tiene sus  ventajas, pero también sus inconvenientes, pero la maravilla de la vida, del amor, todo lo compensa. 

viernes, 25 de julio de 2014

Te sigo echando de menos, un año después

Rondaba la una de la madrugada del 25 de julio cuando sonó el teléfono. No auguraba nada bueno. Desde entonces, nunca más he utilizado Stockholm Syndrome como tono de llamada. Me trae demasiados malos recuerdos. Fue a esa hora cuando supe que te habías ido para siempre. Ha pasado un largo año y sigo echándote de menos.

Me dueles menos. Ya no lloro cuando hablo de ti. No es porque no te piense: antes de acostarme siempre te doy las buenas noches. Es que empiezo a recordar los buenos momentos para olvidar los malos. Te recuerdo cuando hago algún plato que tú preparabas a la perfección, cuando hablo con amigos sobre cualquier trivialidad, cuando me sorprendo diciendo en voz alta cosas que solo tú entenderías. Te recuerdo cada día.

Guardo aún tus cenizas. No he encontrado todavía el momento de dejarte ir del todo. Siento eso, no haberte dejado ir del todo. Pero aún te quiero a mi lado. Todavía debes estar a mi lado.

Han cambiado muchas cosas en un año. O quizá no han cambiado tantas. Hoy los diarios y las teles recordaran el accidente de tren de Santiago, que pasó horas antes de tu marcha. Mientras, yo trabajo en algo temporal, pero seguro que te alegras. Sigo enamorada del mismo hombre, sigo teniendo a mis amigos. Tus hijos siguen sin dar señales de vida, pero doy gracias por ello.

Códex sigue bien, un año más viejo, pero dando la tabarra como de costumbre. Estoy segura de que también te echa de menos.

Espero no haberte decepcionado mucho. Espero que seas feliz en el cielo de las madres. Espero que me sigas cuidando. Te quiero, mama. Mucho. Sigue descansando.

lunes, 21 de julio de 2014

La siesta desnuda

Intento abstraerme de letras de canciones, guiones endulzados, páginas repletas de palabras que otros han escrito antes que yo. Intento hacerlo para parecer más pura, para explicarte de una forma cristalina lo que aún me haces sentir. Aunque seguramente mis palabras se contaminen de tópicos. Seguramente.

Es simple: cada vez que te veo, pasen los días, semanas, meses o años, siento un ahogo, un estremecimiento que nunca antes he sentido y temo no volver a sentir más, porque en cuanto sientes ese ahogo, en cuanto encuentras la persona que te ahoga con sus silencios, con sus palabras, con sus gestos, con sus besos, con sus abrazos, en cuanto encuentras esa persona, sabes que nunca más vas a sentir esa falta de aire. Y no la siento cuando me faltas, la siento cuando estás cerca, me ahogo al verte, me ahogo y me duele todo el cuerpo porque querría tenerte así siempre, desnudo haciendo la siesta, tranquilo mientras te miro y te oigo respirar.

Este es un concepto extraño del amor. Porque dicen que amar no duele. Pero desde que te conozco, desde que te vi por primera vez aquel día de marzo, me doliste. Y yo provoqué y sigo provocando dolor a quienes me quieren solo porque te quiero y porque te seguiré allá donde vayas, porque mi sitio está ahí, en ese sillón, viéndote hacer la siesta desnudo, durmiendo tranquilo en el sofá mientras te observo y doy gracias de tener a alguien que me ahogue, de tener a alguien que me haga sentir que se me para el corazón cuando está cerca, aunque hayan pasado miles de días sin verle.

Quiero verte hacer la siesta, desnudo, el resto de mi vida. 


lunes, 7 de julio de 2014

Se nos metió

Cada vez más viejos y más estúpidos. Se nos metió el amor por medio y todo se torció. Lejos quedaron las noches de whisky con hielo, conversaciones interminables sobre temas que no te interesaban pero a los que atendías embobado. Preámbulo del sexo desenfrenado. 

Se nos metió dentro el amor y todo acabó.

Y somos más viejos y más estúpidos. Llevamos al extremo nuestro peor yo. Y ni tú aguantas mi música islandesa ni yo tus ideas retrógradas. Se metió el amor entre los dos y acabó con lo poco que nos unía, que era las ganas de estar con el otro. Terminó con las miradas. Terminó con las sonrisas. Terminó con nosotros.

Contradictorio, sí. Pero desde que nos dijimos te quiero todo se acabó.


viernes, 27 de junio de 2014

Patatas fritas

Un día llegará en el que me dirás que no me vaya. Cuando llegue ese día, yo te diré que es demasiado tarde para quedarme. Porque habrás desaprovechado todas las oportunidades que te ha dado la vida para tenerme contigo. Y yo entonces seré feliz. Porque por fin podré formar una familia con alguien que me quiera, con alguien que realmente sepa lo que es el amor. Con alguien que me valore por lo que soy, no por lo que quiere que sea. Porque si no te gusta como soy no hay razón para mentirme, para volver a ilusionarme para luego desaparecer. Si no soy lo que buscas solo hay que decirlo. Solo soy lo que buscas cuando no encuentras nada más. Sigo siendo el segundo y tercer plato y un gran postre. El mejor postre que has podido probar. Pero yo merezco ser el plato principal, el segundo y el postre, el menú entero. Y de eso te das cuenta en cuanto me voy. En cuanto no aparezco. Desaparezco de nuevo, para ofrecer mi menú a quien sepa valorarlo, a quien sepa degustar los matices de mis diversos sabores, el picante, el dulce, el salado, incluso el amargo. En mi restaurante ya no cabes. Ejerzo el derecho de admisión. Fuera de mi restaurante. Vete a comer al bar de carretera. Mi menú no está a tu alcance. Aunque no sé de qué me sorprendo: te conformas con un plato de patatas fritas, con el menú infantil.
http://www.lasprovincias.es/20130107/mas-actualidad/sociedad/polemica-origen-patata-frita-201301071035.html



sábado, 7 de junio de 2014

Generaciones

Me acabo de inspirar. Una canción de Roxy Music que por edad no debería estar en mi repertorio musical me ha abierto los ojos. Antes no había tantas diferencias entre padres e hijos, ahora son abismales. Solo es cuestión de ponerse al día y compartir con las generaciones del futuro los valores del pasado.

No tengo hijos, lo sabéis. Es posible que algún día los tenga, cuando encuentre el candidato ideal (el otro, ya tuve uno, se perdió por el camino). Cuando tenga hijos quiero que estén al día, claro, cómo no, pero también quiero que escuchen canciones antiguas, como esa de Roxy Music. Quiero que tengan un bagaje cultural amplio, que no solo se queden con el momento, que sepan apreciar el pasado. 

Seguiré la estela de mi madre. Mi madre, por si no lo sabéis, apenas sabía leer y escribir. Pero señores, antes de empezar el cole, mi madre me enseñó lo poco que sabía. Cuando empecé lo que antes llamábamos Parvulitos (P-4, lo de P-3 lo inventaron después) la menda sabía leer y escribir. Sí. Sabía leer y escribir. Es sorprendente que una persona que no ha leído un libro entero en su vida sea capaz de transmitir pasión por la lectura a su vástago. Es sorprendente cómo en una casa en la que el único libro que se lee sea una novela del oeste (de esas que se intercambiaban en el estanco), alguien haya podido amar las letras, la cultura en general, como yo las amo. 

Se lo debo a ella. Porque quería que fuera alguien en esta vida. No creo haber cumplido sus expectativas, no soy nadie en esta vida, pero tengo ese punto de curiosidad, ese interés por el pasado, el presente y el futuro que ella quiso tener. Aún la recuerdo leyendo, ya entrada en muchos años, un libro tocho que antes nunca se atrevió a leer. La recuerdo yendo a la biblioteca para coger un libro que le costó horrores (y horas interminables) leer. La recuerdo así, intentando superarse a sí misma. La recuerdo no avergonzándose de nada e intentando ser mejor. Coño. Es mi madre, la mejor madre del mundo por mucho que otros quieran manchar su imagen. 

Y me he ido por los cerros de Úbeda. A ella le debo el saber popular, el amor por las frases hechas y, en definitiva, por la lengua. Resulta kafkiano amar la lengua gracias a una analfabeta. Gracias mama.


miércoles, 28 de mayo de 2014

Bona nit

Me entristece que solo hables conmigo bajo la apariencia de una supuesta desconocida. No me fastidia que sepas que soy yo. Me duele que solo hables conmigo cuando uso subterfugios. Bona nit

domingo, 25 de mayo de 2014

Mina

Mina no tiene hijos. Es una suerte con los tiempos que corren. Hace tiempo que se muere de ganas. Desde que perdió a su bebé a las ocho semanas. Mina nunca quiso tener hijos, pero el consabido reloj biológico un día se despertó, se despertó justo cuando vio el positivo en la prueba de embarazo. Y de la misma forma que ese día se despertó, permaneció aletargado tras el legrado por el aborto diferido. Sintió un vacío. Con el tiempo lo llenó con trivialidades y ahora, Mina, no puede tener hijos. No es el momento de pensar en eso.

Mina tuvo una casa. Era un piso cuco de tres habitaciones y piscina comunitaria en un barrio residencial repleto de parejas jóvenes. Mina vivía sola, entraba y salía, se divertía, tenía su espacio. Mina ahora no puede tener un piso. Pero prefiere no pensar en eso.

Mina tenía familia, una madre coraje que la alentaba y ayudaba en cuanto podía. Pero un cáncer se la llevó y Mina ya no tiene madre. Pero no quiere pensar en eso.

Mina tenía un amor, un hombre que la quería y al que quería por encima de todas las cosas y por el que cometió impensables locuras. Pero un día se terminó el amor y ahora Mina no tiene tiempo de pensar en eso.

Mina tenía un trabajo vocacional, de esos que te llenan aunque estén mal pagados, pero un día lo perdió y ahora solo puede pensar en eso. Porque sabe que si un día vuelve a trabajar, aunque sea en algo que no le guste, el resto de cosas volverán, salvo su madre, aunque vive aún en su corazón.

Pero Mina tiene algo muy importante. Lo único que la ha salvado del deshaucio físico y social. Mina tiene amigos. Y Mina nunca podrá devolver todo lo recibido. Y quizá es el momento de pensar en eso. Porque se avergüenza.

La luna de mayo se reflejaba en el mar...
Hay muchas Minas, algunas fuera del sistema, muchas Minas que luchan por sobrevivir como hace Mina, pero que no tienen amigos, porque los amigos de Mina no son de los que desaparecen cuando las cosas van mal. Son amigos de veras. Esos amigos que reúnen el dinero suficiente para pagar un entierro o que te pasan un trabajo para que puedas ir tirando. O amigos que dejan que vivas con ellos aunque no puedas dar lo que demandan. O amigos que te sacan un día para ir a la playa para que te distraigas, o que te compran cosas para que puedas pagar la comida del perro.

Y Mina sabe que dar las gracias no es suficiente. Mina ha de devolver lo recibido, aunque no sabe muy bien cómo. Pero si algo es Mina es una mujer inteligente y algo se le ocurrirá.

sábado, 10 de mayo de 2014

Un momento de debilidad

Cocinar arroz con chorizo fresco, muy picante. Cocinar las patatas en juliana y a dados, y que se tuesten. La sal maldon en el chuletón, el tuyo sin pimienta, los dos al punto. Domingo. Beber una copa de vino mientras cocino y escucho esa emisora que ya no puedo sintonizar. Preparar una Sacher sin mermelada de frambuesa porque altera el sabor del chocolate. Probar nuevos platos calóricos septentrionales que nunca había oído. Comer un pincho de paella en el noroeste con un vino de mencía, Tilenus Roble. Aquel bar. La Puerta del Perdón en Villafranca y cenar en Molinaseca. Las flores del castaño en Peñalba y el incendio del Pajariel. Las vías del tren y aquel mensaje repetitivo escrito en la acera visible desde casa. El hielo, la niebla, el frío, el calor sofocante, el polen cubriendo el suelo como si fuera nieve, las mimosas en primavera. Dormir en tu lado de la cama antes de despertar. Las sábanas colgadas durante semanas de la vecina de arriba. Fumar en la ventana de la cocina. La panadería de la esquina. Oir cómo se abre la puerta al llegar. Los besos del ascensor. del garaje, del sofá, de tu despacho, del baño, la cocina, el pasillo, la habitación, la calle, la plaza, el coche. Saber que estoy preciosa al salir de la ducha porque tú lo dijiste. Saber que será la última imagen que tengas de mí.

lunes, 31 de marzo de 2014

Carta

Escribo en caliente, con las lágrimas aún recorriendo las mejillas. Perdona las faltas, seguro que las habrá, pero es que no tengo ganas ni de repasar lo que escribo. Nunca nadie ha tenido la virtud de empequeñecerme como tú has hecho hoy. Nunca. Y sé que la culpa es mía por dejarme empequeñecer. Sé que soy una mujer genial, así con todas las letras, lo sé. Soy fuerte, siempre he sabido hacer frente a lo que la vida me ha deparado y tengo la suerte de tener grandes amigos que son mi apoyo en los buenos y los malos momentos. Todo eso lo sé. Sé que siempre te gustó que fuera alguien inteligente, con quien hablar de cualquier cosa, con aspiraciones en la vida, aspiraciones que no siempre he podido satisfacer. Pero aun así, no me has considerado nunca una fracasada.
Pero he fracasado. He fracasadoo estrepitosamente. Hace años que cometí un error. Nunca creí que fuera un error seguir lo que el corazón te dicta. Pero he fracasado. Porque tú me has hecho fracasar. Siempre pensé que cuando uno quiere algo o quiere a alguien, tiene que luchar por ello con todas las consecuencias. Y siempre lo he hecho. Me alejé, me fui, lo di todo, me volví cuando no estabas seguro, lo volví a dejar todo, volví a poner mi vida patas arriba, patas abajo. Lo he hecho todo. Y he fracasado. Porque me has hecho fracasar. Y la culpa es mía por fijarme objetivos imposibles. No te culpo. No merece la pena buscar culpables. En todo caso, la culpa es mía por quererte.

No me olvides. Y si lo haces, recuerda de vez en cuando que hubo alguien que te amó tanto que te dejó ir.

sábado, 8 de marzo de 2014

La vida en venta

La vida aún en cajas medio vacías. Vendiendo la vida. Las aficiones. Los trastos. 

Volver al empezar. 

La vida en maletas llenas de ropa arrugada, vieja. Quizá algún día las vacíe. 

Confío.

Pronto hasta mis libros, polvorientos, estarán en un estante.

Lucho. 

Me vendo la vida, para tener mi lugar.

http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Box.agr.jpg







 


martes, 4 de marzo de 2014

Rendición

Me he rendido. Tres años después me he rendido. Sí. Ese es el problema. Me he rendido. No hay ilusión, ni ganas, ni motivación. Me he rendido. Los que bien me conocen dirán que no solo es culpa mía, que he seguido los designios del corazón equivocadamente, que no solo es responsabilidad mía. Pero me he rendido. No hay pasión. Únicamente me dejo llevar por el temporal que nunca arrecia, que siempre azota las costas de mi ser que vive en una ciclogénesis explosiva eterna. Lluvia y viento, y más lluvia y más viento. Nada más que hacer. Me he rendido.
http://www.tiempo.com/ram/39000/lo-que-realmente-explota-en-una-ciclogenesis-explosiva/

viernes, 14 de febrero de 2014

Que sí, que somos unos cursis....

Esto merece algo más largo que un simple estado de Facebook que era mi primera intención. Hablemos de San Valentín.

San Valentín es una fiesta de origen romano (id a la wikipedia y tendréis la historia de la festividad), que se importó a España desde países anglosajones y nórdicos allá por el año 1968 gracias a la visión comercial de Galerías Preciados. Les faltaba una fiesta comercial para el mes de febrero y, ¡Pam!, ahí la tienes. 

Tomemos entonces el pretexto comercial de la festividad para denostarla. Sí, va, que el Corte Inglés hace la Pascua antes de Ramos gracias a la cursilería y el romanticismo. Que sí, que no hacen falta días especiales para decirle a nuestro ser amado que le queremos. Que sí, que vale, que tenéis razón. Pero. Siempre hay un pero. ¿No es bonito?

Qué narices. Soy una cursi. Necesito un simple mensaje de whatsapp con unos emoticonos de besines para ser feliz en un día tan extremadamente ridículo. 

Todos necesitamos fechas señaladas, sean aniversarios, aniversarios del primer beso, aniversarios de la primera cena, aniversarios del primer..... No, todos no. Las mujeres. Ya. Qué poco feminista, me merezco enfrentarme a las de Femen a pecho descubierto por lo que voy a decir: soy una mujer, me importan los detalles, aunque diga todo lo contrario. Si digo que no me importa San Valentín, en realidad estoy diciendo: Pobre de ti si no me dices que me quieres hoy. Si digo que Sant Jordi está sobrevalorado te estoy diciendo: Pobre de ti que no me regales una rosa (y un libro) ese día. Si te digo que tal día hacemos 6 meses pero no hace falta que lo celebremos estoy diciendo: Pobre de ti que no te acuerdes del primer día que me dijiste ¡Hola!

Así de complicadas somos las mujeres.... Bueno, no todas, la mayoría, ¡Ai!, qué machista suena esto.....

martes, 4 de febrero de 2014

Día Mundial Contra el Cáncer

Repaso en la prensa las diferentes noticias relacionadas con la lucha contra el cáncer con cierto estupor. Será mi tendencia a la negatividad la que provoca que solo me fije en datos nada alentadores (previsión de incremento de la incidencia en el futuro, cáncer infantil, etc...). Dejo de lado las historias de superación. Las dejo de lado de forma expresa porque si algo me ha demostrado mi historia personal, es que no siempre se supera. Cuando hablo de historia personal no me refiero a la mía, me refiero a la de mi entorno. En pocos años, diversos de mis amigos han perdido a alguno de sus progenitores a causa del cáncer de diferentes tipos, madres jóvenes en su mayoría. Así que, señores, no siempre se supera.
Entiendo que la sociedad está necesitada de héroes. De héroes que luchan con todas sus fuerzas y vencen la batalla contra la enfermedad (maldita tendencia a hablar sobre el cáncer en términos militares). Comprendo a los que dicen que una actitud positiva ante la dolencia puede favorecer su decrecimiento, entiendo las llamadas a la prevención y al diagnóstico precoz. Pero seamos realistas. ¿Cuándo acudimos al médico? Cuando existen síntomas extraños en nuestro cuerpo. ¿Cuándo se produce eso? Normalmente en un estadio avanzado.
Y es en ese punto cuando echo de menos noticias, artículos, reportajes sobre cómo se convive con un cáncer terminal. No es agradable para el público, pero quizás sería preciso explicarle a la gente cómo un paciente vive esos últimos momentos, llenos de dolor, dejando de ser él mismo para ser otra persona totalmente diferente, y no solo físicamente. No es la tópica pérdida de pelo y de quilos lo que les distingue, es la pérdida del uno mismo.
Echo de menos ver plasmados en un papel los terribles efectos secundarios de los distintos tratamientos de choque, alejados de la hollywoodiense tendencia a las náuseas (los efectos son mucho más extensos). Echo en falta leer sobre las horrorosas escenas alucinógenas provocadas por los potentísimos analgésicos paliativos. Alguien podría escribir sobre el coraje con el que se enfrentan esos enfermos a unos últimos meses muy duros, sabiendo, en el fondo, que esa batalla está perdida.
La sociedad está necesitada de héroes, pero también de realidad.

Nota: Este texto está dedicado a todas aquellas personas que han luchado contra el cáncer y lo han superado, pero sobretodo a aquellos que han perdido la batalla sin dejar de luchar. Y a mi madre, que esta semana hubiera cumplido 67 años.