viernes, 14 de febrero de 2014

Que sí, que somos unos cursis....

Esto merece algo más largo que un simple estado de Facebook que era mi primera intención. Hablemos de San Valentín.

San Valentín es una fiesta de origen romano (id a la wikipedia y tendréis la historia de la festividad), que se importó a España desde países anglosajones y nórdicos allá por el año 1968 gracias a la visión comercial de Galerías Preciados. Les faltaba una fiesta comercial para el mes de febrero y, ¡Pam!, ahí la tienes. 

Tomemos entonces el pretexto comercial de la festividad para denostarla. Sí, va, que el Corte Inglés hace la Pascua antes de Ramos gracias a la cursilería y el romanticismo. Que sí, que no hacen falta días especiales para decirle a nuestro ser amado que le queremos. Que sí, que vale, que tenéis razón. Pero. Siempre hay un pero. ¿No es bonito?

Qué narices. Soy una cursi. Necesito un simple mensaje de whatsapp con unos emoticonos de besines para ser feliz en un día tan extremadamente ridículo. 

Todos necesitamos fechas señaladas, sean aniversarios, aniversarios del primer beso, aniversarios de la primera cena, aniversarios del primer..... No, todos no. Las mujeres. Ya. Qué poco feminista, me merezco enfrentarme a las de Femen a pecho descubierto por lo que voy a decir: soy una mujer, me importan los detalles, aunque diga todo lo contrario. Si digo que no me importa San Valentín, en realidad estoy diciendo: Pobre de ti si no me dices que me quieres hoy. Si digo que Sant Jordi está sobrevalorado te estoy diciendo: Pobre de ti que no me regales una rosa (y un libro) ese día. Si te digo que tal día hacemos 6 meses pero no hace falta que lo celebremos estoy diciendo: Pobre de ti que no te acuerdes del primer día que me dijiste ¡Hola!

Así de complicadas somos las mujeres.... Bueno, no todas, la mayoría, ¡Ai!, qué machista suena esto.....

martes, 4 de febrero de 2014

Día Mundial Contra el Cáncer

Repaso en la prensa las diferentes noticias relacionadas con la lucha contra el cáncer con cierto estupor. Será mi tendencia a la negatividad la que provoca que solo me fije en datos nada alentadores (previsión de incremento de la incidencia en el futuro, cáncer infantil, etc...). Dejo de lado las historias de superación. Las dejo de lado de forma expresa porque si algo me ha demostrado mi historia personal, es que no siempre se supera. Cuando hablo de historia personal no me refiero a la mía, me refiero a la de mi entorno. En pocos años, diversos de mis amigos han perdido a alguno de sus progenitores a causa del cáncer de diferentes tipos, madres jóvenes en su mayoría. Así que, señores, no siempre se supera.
Entiendo que la sociedad está necesitada de héroes. De héroes que luchan con todas sus fuerzas y vencen la batalla contra la enfermedad (maldita tendencia a hablar sobre el cáncer en términos militares). Comprendo a los que dicen que una actitud positiva ante la dolencia puede favorecer su decrecimiento, entiendo las llamadas a la prevención y al diagnóstico precoz. Pero seamos realistas. ¿Cuándo acudimos al médico? Cuando existen síntomas extraños en nuestro cuerpo. ¿Cuándo se produce eso? Normalmente en un estadio avanzado.
Y es en ese punto cuando echo de menos noticias, artículos, reportajes sobre cómo se convive con un cáncer terminal. No es agradable para el público, pero quizás sería preciso explicarle a la gente cómo un paciente vive esos últimos momentos, llenos de dolor, dejando de ser él mismo para ser otra persona totalmente diferente, y no solo físicamente. No es la tópica pérdida de pelo y de quilos lo que les distingue, es la pérdida del uno mismo.
Echo de menos ver plasmados en un papel los terribles efectos secundarios de los distintos tratamientos de choque, alejados de la hollywoodiense tendencia a las náuseas (los efectos son mucho más extensos). Echo en falta leer sobre las horrorosas escenas alucinógenas provocadas por los potentísimos analgésicos paliativos. Alguien podría escribir sobre el coraje con el que se enfrentan esos enfermos a unos últimos meses muy duros, sabiendo, en el fondo, que esa batalla está perdida.
La sociedad está necesitada de héroes, pero también de realidad.

Nota: Este texto está dedicado a todas aquellas personas que han luchado contra el cáncer y lo han superado, pero sobretodo a aquellos que han perdido la batalla sin dejar de luchar. Y a mi madre, que esta semana hubiera cumplido 67 años.