Esto merece algo más largo que un simple estado de Facebook que era mi primera intención. Hablemos de San Valentín.
San Valentín es una fiesta de origen romano (id a la wikipedia y tendréis la historia de la festividad), que se importó a España desde países anglosajones y nórdicos allá por el año 1968 gracias a la visión comercial de Galerías Preciados. Les faltaba una fiesta comercial para el mes de febrero y, ¡Pam!, ahí la tienes.
Tomemos entonces el pretexto comercial de la festividad para denostarla. Sí, va, que el Corte Inglés hace la Pascua antes de Ramos gracias a la cursilería y el romanticismo. Que sí, que no hacen falta días especiales para decirle a nuestro ser amado que le queremos. Que sí, que vale, que tenéis razón. Pero. Siempre hay un pero. ¿No es bonito?
Qué narices. Soy una cursi. Necesito un simple mensaje de whatsapp con unos emoticonos de besines para ser feliz en un día tan extremadamente ridículo.
Todos necesitamos fechas señaladas, sean aniversarios, aniversarios del primer beso, aniversarios de la primera cena, aniversarios del primer..... No, todos no. Las mujeres. Ya. Qué poco feminista, me merezco enfrentarme a las de Femen a pecho descubierto por lo que voy a decir: soy una mujer, me importan los detalles, aunque diga todo lo contrario. Si digo que no me importa San Valentín, en realidad estoy diciendo: Pobre de ti si no me dices que me quieres hoy. Si digo que Sant Jordi está sobrevalorado te estoy diciendo: Pobre de ti que no me regales una rosa (y un libro) ese día. Si te digo que tal día hacemos 6 meses pero no hace falta que lo celebremos estoy diciendo: Pobre de ti que no te acuerdes del primer día que me dijiste ¡Hola!
Así de complicadas somos las mujeres.... Bueno, no todas, la mayoría, ¡Ai!, qué machista suena esto.....
viernes, 14 de febrero de 2014
martes, 4 de febrero de 2014
Día Mundial Contra el Cáncer
Repaso en la prensa las
diferentes noticias relacionadas con la lucha contra el cáncer con
cierto estupor. Será mi tendencia a la negatividad la que provoca
que solo me fije en datos nada alentadores (previsión de incremento
de la incidencia en el futuro, cáncer infantil, etc...). Dejo de
lado las historias de superación. Las dejo de lado de forma expresa
porque si algo me ha demostrado mi historia personal, es que no
siempre se supera. Cuando hablo de historia personal no me refiero a
la mía, me refiero a la de mi entorno. En pocos años, diversos de
mis amigos han perdido a alguno de sus progenitores a causa del
cáncer de diferentes tipos, madres jóvenes en su mayoría. Así
que, señores, no siempre se supera.
Entiendo que la sociedad
está necesitada de héroes. De héroes que luchan con todas sus
fuerzas y vencen la batalla contra la enfermedad (maldita tendencia a
hablar sobre el cáncer en términos militares). Comprendo a los que
dicen que una actitud positiva ante la dolencia puede favorecer su
decrecimiento, entiendo las llamadas a la prevención y al
diagnóstico precoz. Pero seamos realistas. ¿Cuándo acudimos al
médico? Cuando existen síntomas extraños en nuestro cuerpo.
¿Cuándo se produce eso? Normalmente en un estadio avanzado.
Y es en ese punto cuando
echo de menos noticias, artículos, reportajes sobre cómo se convive
con un cáncer terminal. No es agradable para el público, pero
quizás sería preciso explicarle a la gente cómo un paciente vive
esos últimos momentos, llenos de dolor, dejando de ser él mismo
para ser otra persona totalmente diferente, y no solo físicamente.
No es la tópica pérdida de pelo y de quilos lo que les distingue,
es la pérdida del uno mismo.
Echo de menos ver
plasmados en un papel los terribles efectos secundarios de los
distintos tratamientos de choque, alejados de la hollywoodiense
tendencia a las náuseas (los efectos son mucho más extensos). Echo
en falta leer sobre las horrorosas escenas alucinógenas provocadas
por los potentísimos analgésicos paliativos. Alguien podría
escribir sobre el coraje con el que se enfrentan esos enfermos a unos
últimos meses muy duros, sabiendo, en el fondo, que esa batalla está
perdida.
La sociedad está
necesitada de héroes, pero también de realidad.
Nota: Este texto está
dedicado a todas aquellas personas que han luchado contra el cáncer
y lo han superado, pero sobretodo a aquellos que han perdido la
batalla sin dejar de luchar. Y a mi madre, que esta semana hubiera
cumplido 67 años.
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