domingo, 28 de septiembre de 2014

Lanzarse

Desde que te conoce tú siempre has sido el juicio y ella la locura. Tú la sensatez y ella el arrebato. Por un delirió se fue a vivir a lugares desconocidos , abandonó la zona confortable para adentrarse en tus vaivenes, dejó personas, las abandonó a su suerte, renunció.

Con el tiempo creyó que nunca más la elevaría el huracán para dejarla caer en otro lugar. Pensó que se acabaron los disparates, pero se equivocó. Sigue siendo aquella insensata diestra en el arte de tomar decisiones desbarradas. Sigue siendo una loca.  


jueves, 18 de septiembre de 2014

Perder el norte

Necesitar el sur para perder el norte, o el noroeste, que a fin de cuentas es septentrional. Perder de vista el frío, los días grises, la lluvia, el infierno del aguacero, para regresar a la calidez del sol que quiere irse a dormir un poco antes para seguir dorando la piel, ya agrieatada por el paso de los años perdidos en la niebla, el hielo, la nieve, las montañas y la cabra que tira al monte. Buscando el sur para perder el norte nunca antes perdido, tan rígido, tan boreal. 


miércoles, 17 de septiembre de 2014

De poemas sin razón


Menos noches que en la canción, pero muchos más días.
Tu tez se difuminada entre sombras.
Una pulsera adorna mis manos, las que eran.
Las sábanas saben que no estás.

La nada.

Todo es oscuro, con tintes azulados.
Nunca me regalaste un anillo.
El colgante anda perdido en el universo de las joyas.

Cristales rotos.

Las venas anuncian poca vida. 
Mis defectos son míos, no los cambio por los tuyos.   

domingo, 7 de septiembre de 2014

No sabes cuánto te echo de menos...

Duermes a pierna suelta y no oso despertarte. Me acuesto en un extremo de la cama y de repente te me acercas para rodearme con tus piernas y murmurar un buenas noches ininteligible. Te despiertas al rato y te preguntas: ¿cuándo llegó? Y me haces el amor aunque esté medio dormida. 

Dos meses, veintidós días y ocho horas. 



Que lo diga el poeta, yo ya no sé qué más decir... O sí.

Echo de menos tus manos acariciándome, tus pies rozándome de noche sin querer. Me faltan tus labios, tu sonrisa, tus ojos mirándome fıjamente antes de besarme. Echo en falta tu hoyuelo en la mejilla, tu corto pelo y ese rizo que dejas caer en la frente. Echo de menos tu risa espontánea al oír alguna mamarrachada de las mías y tus piernas, que tanto me gustan. Echo de menos que me hagas el amor en el sofá, que me folles salvaje y apasionadamente en el marco de una puerta, que me hagas sentir que me quieres cuando me acaricias, me besas. Encuentro a faltar el timbre grave de tu voz y que te aburras al teléfono con mis peroratas. Echo de menos sentirte dentro de mí y que me lleves a tomar un vino, que me expliques historias y que me hagas sentir que estoy con el hombre más interesante e inteligente del mundo. Echo de menos que me digas que te gustan mis piernas, que te encantan mis manos y que quieres verme. Echo de menos que me metas mano en un rincón de la casa y que me beses mientras intento cocinar. Echo en falta que llegues para comer y que te gusten mis platos, incluso el postre. Ojalá pudiera tan siquiera olerte, verte de lejos andar de esa forma tan particular. Echo de menos incluso tus silencios. Aunque este vuelva a durar siglos. Nunca te echaré de más