lunes, 23 de noviembre de 2015

Hoy

Ni siquiera recuerdo si hacía frío o llovía en aquel rincón del noroeste. Solo recuerdo que lentamente, “como a ti te gusta”, me dijiste adiós. Yo entonces no lo sabía, pensaba que era uno de tantos hasta luego, los que nos decíamos tantas veces. Pero fue un adiós a traición. Una despedida a la francesa. La última vez que hicimos el amor. Me volví ilusionada a mi casa pensando que pronto la iba a abandonar para siempre y que me mudaría a ese lugar húmedo día sí día también. Más ilusionada que aquella vez que viniste desde Madrid solo para estar conmigo 48 horas, las que significaron el principio de nuestro tiempo. Pero la ilusión se truncó, como tantas otras veces y creí que sería una de esas veces. Pero no. Se terminó.
Ha pasado un año sin oír tu voz al teléfono, sin ver tu rostro, sin saber nada de ti más allá de los insulsos correos que nos enviamos cuando alguno de los dos está mal. Y he de suponer que eres feliz y yo quizá algún día lo sea tras el nuevo socabón.
Un año después te sigo echando de menos, pero como auguré un día, cada vez te echo más de más. Ni me duelen los desplantes ni el silencio ni tampoco los tengo tan en cuenta como antes, aunque a lo mejor miento porque ayer decidí en el último momento honrar tu recuerdo quedándome dormida en el sofá y dejando pasar una sesión de sexo sin comprimiso. O quizá lo hice por pereza. Fíjate, tener pereza sexual, eso nunca nos pasó.
Un año después ya no te espero, ya nunca más te espero ni guardo esperanza alguna de volver a verte, ni por casualidad. Sí, me gustaría acariciarte el rostro y decirte, nene, sigo amándote, pero no pienso en ello cada noche para que me entre sueño. Me duelen las cervicales de dormir mal, pero no eres tú el principal motivo.
No me engaño: no te he olvidado. Todavía queda un año (o dos y medio) para hacerlo. Aún queda una rendija abierta por si vuelves un día, pero empequeñece por momentos y hace el aire irrespirable. No me ahogo porque con algo de oxígeno tengo más que suficiente. El día que se cierre daré por terminado esto, incluso nuestra fingida amistad.
Te quiero, menos por momentos. Igual que hace un año, más que dentro de uno o dos años y medio.
Hoy, como decía la canción, me acordé de ti.
Siempre, N. Siempre, dijiste. No sé, P, creo que no siempre. O quizá sí, P, quizá siempre te amaré. Seguramente, P. Y tú a mí, P, estoy segura. Pero da igual.
 

jueves, 5 de noviembre de 2015

Por no sentirnos solos

Maltratamos a nuestros corazones aferrándonos a sentimientos que quizá carecieron de sentido desde el principio de los tiempos. Sintiendo apego por personas que nunca nos quisieron, posiblemente por eso, por el afán de querer cambiar esa situación. Una competición absurda en la que participamos por sentirnos queridos aunque sepamos que eso no se fuerza, eso se siente o no. Estúpidos, maltratamos nuestros corazones con idealizaciones de seres cretinos. Por no sentirnos solos.

lunes, 2 de noviembre de 2015

La eterna

La eterna amiga soltera. Todas están emparejadas, alguna hasta casada. Las menos con hijos. Pero yo soy la eterna amiga soltera, la eterna amiga casi amigote, casi colega, casi que vámonos de fiesta, aquella que se apunta a un bombardeo. Camino de los cuarenta (que sí, que me quedan cuatro, pero camino de los cuarenta) y sigo siendo la eterna amiga soltera. El mal carácter, Chica, la bordería, Chica, la mala suerte, Chica, la, la la, la... la eterna amiga soltera. La que antes sería la solterona. Y lo más jodido es que seguramente he vivido, he amado muchísimo más que mis congéneres emparejados/as. Pero sigo siendo la amiga soltera a la que se mira con condescendencia en las reuniones sociales, pobrecita ella con lo mona que es y sin novio, pero es que es muy hija de puta...
Pero espera, que hay grandes, enormes personas que siguen solas, que merecen ser el centro del universo de alguien pero siguen solas y quieren estar con alguien pero siguen solas y esas, esas personas son mis amigos. Somos el club de los solteros. Sí. ¿Qué pasa? Nada. Y nos morimos por dentro por volver a sentir eso que se llama amor, pero sonreímos como si nada pasara. Como si eso no fuera con nosotros, Rímel, niña, sonrisa y todo está igual. Somos los que no necesitamos un buenas noches o un te quiero, somos esos miembros del club más exclusivo del mundo, el de los orgullosos de estar solos por voluntad ajena. Menos lloros Caperucita, que tu capucha esconde abuelas a las que no fuiste a ver porque no quisiste. Sí, Señor Lobo castígueme por ello, castígueme por no querer a quien me quería con la soledad eterna, me lo merezco.

domingo, 18 de octubre de 2015

Déjame

Bailo a solas como si tuviera algo que celebrar y no he bebido. No me hace falta. Bailo a solas como si no supiera que me vas a dejar, intentando no pensar en esas palabras que salían a gritos y que se preguntaban: ¿Ya está? En el comedor, los pies se mueven mecánicamente siguiendo el ritmo depresivo de una melodía que repito día a día desde que nos conocimos, desde el día que secretamente decidí boicotear esta relación, que fue el primero.
Tienes el honor de ser la primera persona a la que hablo desde aquí, este espacio siempre estaba reservado para él. Él dejó de ser él hace tiempo y creí haber encontrado el otro él, pero el otro él va a dejarme. El otro él no me conoce, no me conoces y cuanto más me conoces menos ganas tienes de ser el otro él. Pero no me importa. Acepté hace tiempo que soy difícil, no hace falta que tú me lo digas. Espera. Que ahora me entran ganas de llorar porque la canción que suena es tan acertada, es tan para este momento... Lástima que no sepas inglés (¿Por qué nadie sabe inglés?).
Te hice sentir mal. Y lo sabía, sabía lo que estaba haciendo. Puedo llegar a ser muy hija de puta cuando quiero. A ti te gusta que te digan las cosas claramente y a mí me gusta jugar al doble sentido, al me enfado y tú sabrás por qué, al ven aquí que es una tontería. Pero no eres un buen compañero de juegos porque no sabes las reglas, no sigues las normas y la ira te ciega. Y te dije te quiero y nunca obtuve respuesta. Así que déjame, déjame si no vas a saber jugar. No, al final no he llorado con About Today: “How close am I to losing you?”.

domingo, 20 de septiembre de 2015

He escrito

¿Qué quieres que te diga? ¿Quieres que te diga que no he escrito nada en tres meses porque he sido feliz? Seguramente. Ya sabes que solo escribo cuando las cosas están jodidas, cuando todo es de ese color tirando a gris casi negro. Lo hago, escribo, porque como dice la canción que el otro día canté pero no bailé, esa que fue por un día mi canción del domingo, la mía y la de otro, “solo intento vaciar, solo necesito despegar”. Es entonces cuando escribo, porque para navegar por este mar sin mareas hay que echar lastre, despojarse de lo innecesario y hasta hoy no lo he necesitado. No es porque me lo hayas pedido, que también, es porque hoy me he dado cuenta de que esa fingida felicidad temporal era solo un espejismo. Cuando alguien solo te reprocha lo malo, cuando no es capaz de mostrar interés en los malos momentos, cuando te grita por la calle (a mí, que me griten a mí, que yo haga de ti y use el silencio para evitar una discusión, nene, quién me ha visto y quién me ve), cuando tienes la sensación de no hacer nada bueno, de no poder hablar, de no poder tener una opinión formada, de no poderte mostrar tal y como eres, de ser juzgada a cada momento, cuando has dicho lo que sientes y te han respondido con un silencio, con un yo creo que sí, más que no, cuando has vuelto a empequeñecer, entonces te das cuenta de que todo se ha ido a la mierda. Y vuelves a escribir, y echas de menos al amor de tu vida aunque no fuera perfecto, al que tú gritabas, empequeñecías, juzgabas. Pero el amor de tu vida se te escapó de las manos y ahora está bien, es feliz sin ti y no hay más que decir. Estarás contento. He escrito. Y negaré haberlo hecho.

miércoles, 10 de junio de 2015

Así andamos

"Y ahora compartimos noches
con el primero que pasa
y abrazamos las cucharas
para ver si alguna encaja."

Oh, Garfunkel

lunes, 25 de mayo de 2015

Constatación

Y pasa. Pasa que te encandila, que te gusta, que te seduce y te das cuenta de muchas cosas. La más importante, que es como tú, inteligente, culto, con sentido del humor pero distante y frío cuando no quiere hablar contigo, estúpido, huidizo y cobarde. Entonces tienes dos opciones, volver a vivir lo vivido o terminarlo antes de empezar. Será verdad eso de que repetimos patrones eternamente. Creo que me iré a tomar una cerveza con ese jovenzuelo que está deseando meterme mano...

viernes, 15 de mayo de 2015

Miedo

Voy a ser breve y concisa: da mucho miedo conocer a alguien del que sabes que te puedes llegar a enamorar. Por eso, mantienes ciertas distancias prudenciales por si pasa lo que no ha de pasar. Porque llevas una mochila demasiado pesada incapaz de aguantar más golpes. Demasiados remiendos.

domingo, 10 de mayo de 2015

A tu izquierda

Tú, que has querido tanto me entenderás. Entenderás que aunque creas que puedes rehacer tu vida serás incapaz de hacerlo hasta que no hagas limpieza. Tú sabes que es difícil que en tan solo unos meses vuelvan las mariposas y el ayuno, la sonrisa al recibir un mensaje o las ganas de no parar de hablar con esa persona que ha entrado en tu vida como un ciclón.
Al contrario, te empeñas solo en pasarlo bien y no complicarte la vida. Solo porque aún no estás preparado para volver a querer de esa forma que únicamente tú sabes hacer. También porque no quieres destrozar vidas ajenas, las de aquellos que se ilusionan contigo. No quieres cometer ese error, de nuevo.
La única salida está a tu izquierda: echar de menos pero cada vez menos hasta poder echar de más.

martes, 5 de mayo de 2015

Haz lo que quieras

Cometer un error y que eso propicie que alguien que decidió salir de tu vida en silencio, sin avisar, sin mediar palabra,  sin explicaciones, sin un porqué definido, sin decirte qué hiciste o qué no hiciste, sin parecer querer volver, te pida permiso para permanecer en ella en la distancia, si no te importa Chica, te seguiré, te leeré. 

Y tú, que eres buena persona aunque tengas la mecha corta, no sepas decir que sí, que sí te importa, porque no mereces que alguien así permanezca en tu vida, ni siquiera en la distancia. Tú que has hecho tantos esfuerzos pagas caro un momento de debilidad. Tú, que has cambiado de vida para huir del pasado, para dejarlo atrás, para olvidarte de quien más quieres, tú hoy no vas a dormir y mañana hay que madrugar. 

Haz lo que quieras. Sigues sin entender que lograste destrozar mi vida. Sigues sin comprender que me hiciste mucho daño y sigues creyendo que todo fue sin querer, que no tenías intención de hacerlo, que era por mi bien y que yo todo te lo perdono porque te quiero y porque sé cómo eres y blablabla. Haz lo que quieras. Tienes mi permiso para seguir en mi vida. Pero nunca nada será lo mismo. Ya nada será igual. Aunque te quiera. 

Acuérdate de felicitarme por mi cumpleaños. 


domingo, 3 de mayo de 2015

Recurrente

¿Eres feliz hurgando en mi vida a hurtadillas desde el anonimato? ¿Así te sientes mejor? ¿Así te aseguras de que todo sigue igual?

Querido Google Nexus 5 que visitas este blog cada día, dos veces si es preciso: si tan interesado/a estás en mi vida, hazlo saber. Si tan preocupado/a estás por si aún siento algo, pregúntamelo. Sabes quién soy, sabes cómo encontrarme, así que aquí estoy para responder a tus preguntas. Pero si has de seguir espiando en silencio, mejor sigues con tu vida que no es la mía. Gracias.

Siento perder un visitante fiel, pero es que ya no aguanto más.

sábado, 2 de mayo de 2015

Ya sé que no...

Alguien me dijo que aún me amas... (pincha en el enlace).

On me dit que nos vies ne valent pas grand chose,
Elles passent en un instant comme fanent les roses.
On me dit que le temps qui glisse est un salaud
que de nos chagrins
Il s'en fait des manteaux pourtant quelqu'un m'a dit...

Que tu m'aimais encore,
C'est quelqu'un qui m'a dit que tu m'aimais encore.
Serais ce possible alors ?

On me dit que le destin se moque bien de nous
Qu'il ne nous donne rien et qu'il nous promet tout
Parais qu'le bonheur est à portée de main,
Alors on tend la main et on se retrouve fou
Pourtant quelqu'un m'a dit ...

Que tu m'aimais encore,
C'est quelqu'un qui m'a dit que tu m'aimais encore.
Serais ce possible alors ?

Mais qui est ce qui m'a dit que toujours tu m'aimais?
Je ne me souviens plus c'était tard dans la nuit,
J'entend encore la voix, mais je ne vois plus les traits
"il vous aime, c'est secret, lui dites pas que j'vous l'ai dit"
Tu vois quelqu'un m'a dit...

Que tu m'aimais encore, me l'a t'on vraiment dit...
Que tu m'aimais encore, serais ce possible alors ?

On me dit que nos vies ne valent pas grand chose,
Elles passent en un instant comme fanent les roses
On me dit que le temps qui glisse est un salaud
Que de nos tristesses il s'en fait des manteaux,
Pourtant quelqu'un m'a dit que...

Que tu m'aimais encore,
C'est quelqu'un qui m'a dit que tu m'aimais encore.
Serais ce possible alors ?

viernes, 1 de mayo de 2015

Citas

¿Recuerdas tu primera cita con alguien? Nervios, una larga preparación previa, búsqueda de temas para no quedarte sin hablar (y huir del temido silencio desconfiado) y un largo etcétera de expectativas que sabes que no vas a cumplir pero que deseas que se cumplan. Pues hoy he tenido una primera cita de lo más inhabitual. 

Primero: no he escogido mis mejores galas ni aquellos pantalones que me hacen un culo espectacular ni el vestido de las grandes ocasiones.

Segundo: no había mariposas en el estómago ni nervios de ningún tipo.

Tercero: me he mostrado tan natural que el susodicho me ha comentado que parezco estar en una etapa en la que todo me da igual.

Y si. Es que todo me da igual. 

He conocido al interfecto en una aplicación de esas para ligar, llena de psicópatas y adictos al mal sexo. Mal presagio. No sé qué me ha llevado a quedar con él, supongo que la pereza que provocan las conversaciones por wasap con extraños (contar de nuevo tu vida al primero que pasa). Y bueno, aunque hemos hablado durante seis horas sin parar (debería ser un punto a favor) pues como que no.
Porque mis expectativas están demasiado altas, porque necesito un hombre que intelectualmente suponga un reto para mí, porque no puedo hablar con alguien sintiendo una punzada en el corazón cada vez que usa mal un tiempo verbal, porque no puedo esperar nada de alguien que dice ser antisistema pero vive de él, porque no soy tan bolchevique como tú decías que era. Porque no había atracción física ni olfativa (no olía bien como mis exs) y qué más da. Una retahíla inacabable de motivos. Sobretodo porque me ha preguntado que qué tal la cita y eso es de mal gusto: como si al acabar de mantener sexo preguntas si le ha gustado a tu pareja sexual.

Tendré que bajar el listón que tan alto han dejado mis parejas. Quizá ese sea el problema: todos ellos me han marcado de tal manera que  difícilmente alguien los podrá siquiera igualar... ¿O sí?

miércoles, 22 de abril de 2015

Llámame

Truca'm (pincha para oírla).

"Pero no me llames si una noche sientes que querrías dormir en mi cama o irnos lejos o vivir juntos en un pequeño piso. No me llames, simplemente ven a la playa que ya nos conoce. Me encontrarás quizá leyendo, quizá durmiendo, quizá esperando con el teléfono apagado".

Feliç diada de Sant Jordi sense llibres, sense roses.


domingo, 19 de abril de 2015

De nuevo

Hace tiempo que quise desaparecer. Cambiarme de ciudad, de teléfono y de nombre. Esto último es harto imposible, así que solo quedaban las otras dos. Ya he cambiado de ciudad y estoy a punto de cambiar de número. He creado una nueva identidad con un simple gesto, tan simple que me pregunto por qué no lo hice antes. Sienta bien empezar, de verdad, de nuevo. 

martes, 14 de abril de 2015

Paréntesis

Creo que se me han acabado los temas. Me pasa muchas veces, cuando estoy en aquel periodo de espera (me niego a escribir standby) en el que no pasa absolutamente nada. Nada en absoluto. No hay nada (que no quiere decir que haya algo porque la doble negación no es una afirmación).

Días tranquilos, anécdotas triviales, del trabajo a casa de casa al trabajo, como mucho salir a pasear, hacer algo de deporte (en los días festivos, si no me da por dormir), limpiar, cocinar si tengo tiempo e ingredientes (que no es habitual dada la escasez), leer tres páginas del libro que me he obligado a terminar, escuchar algo de música para no oír el griterío y ya está. Nada más.


No diré que eche de menos los altibajos pero algo de emoción no estaría mal. Así que para no aburrir a las piedras, dejo esto por hoy, entre muchos paréntesis. 

domingo, 5 de abril de 2015

Ojalá fueras tú

Quisiera pensar que ese visitante recurrente, casi diario, eres tú. Me encantaría creer que aún me recuerdas tanto que no hay día que no quieras saber de mí. Me gustaría pensar que lees por encima este blog hasta tres veces al día porque todavía no me has olvidado.

Pero cuando lo creo firmemente recuerdo que es difícil que no me hayas olvidado porque ha pasado demasiado tiempo. Es entonces cuando me digo a mí misma que deje de imaginarme cosas buenas que nunca ocurrirán porque solo se cumplen las cosas malas. Y en eso tengo experiencia. 

Por si fueras tú te diría que sigo siendo un mediocre equipo de media tabla. Me hubiera encantado decirte que he ganado unas oposiciones a las que ni sabías que me había presentado. Pero no. Me he quedado a media tabla. Siento defraudarte. Sigo siendo mediocre. Ya no soy aquella ganadora de la que te enamoraste. Estoy más cerca del colista que de la Champions League. Perdóname.

Suerte que pronto vuelvo a trabajar. Así se me pasarán todas las tonterías.

miércoles, 1 de abril de 2015

Así es la vida

Llega un momento en el que pasas de decirte a ti mismo “así será mi vida” a decirte “así es la vida”. Ese momento llega cuando asumes que tus sueños quizá se han tornado inalcanzables porque las circunstancias han provocado que no puedas llegar hasta ellos. Ese momento de asunción de lo inevitable no conlleva que dejes de soñar, solo quiere decir que ha llegado el día de decir basta a las ensoñaciones y bienvenida a la vida. No hablo de conformismo, que también, porque no conformarse puede acarrear una sensación de fracaso infranqueable. Hablo de asumir que no puede tenerse todo lo que uno quiere y que hay que priorizar.

Ha llegado el momento de asumir que es muy difícil que vuelva a ser periodista y quizá el principal factor no sea la crisis económica o la situación anterior ni las erróneas decisiones tomadas. Quizá el principal factor sea que ya no siento una ilusión especial por volver a ser periodista. Sí, me encantaría, pero si no, no pasa nada. Así es la vida.

También ha llegado el momento de aceptar que nunca escribiré un libro, no porque no quiera, sino porque no tengo suficiente ingenio ni ganas de escribirlo: cuando me pongo a ello solo me salen palabras abominabless y cuentos tristes que no pueden interesar demasiado. Así es la vida.

Finalmente, lo que más me duele es que ha llegado el día de asumir que no voy a tener hijos: no porque sea demasiado vieja ni porque no tenga pareja (que tampoco es necesaria para eso) sino porque ya tengo suficiente con sobrevivir como para arrastrar a una mísera supervivencia a un renacuajo con mis ojos, mi frente, mis manos y mis dedos de los pies e, incluso, mi lunar en el muslo. Bueno, asumir eso es más complicado porque creo que un día, no lejano, las cosas cambiaran, pero no quiero soñar despierta y sufrir después con un nuevo fracaso, así que, así es la vida, muchachos.


Ved “This must be the place”, os la recomiendo. La primera frase de este post es del guión de esa película.  

martes, 24 de marzo de 2015

Callada

Podrían haber sido seis, o bien tres, pero han pasado cuatro, cuatro meses. Los suficientes para regalarte lo que más deseas, lo que creo que más deseas: el silencio.
Siempre he hablado de más, he jugado con las palabras, con el sonido de las letras, llenando vacíos, dando explicaciones no reclamadas, expresando sentimientos que solo a mí me importan, desvelando intimidades (cosa que te molestaba muchísimo), aireando tus secretos más triviales. Ha llegado el momento de no volver a hablar de ti, de no pensarte, de evitar que aparezcas en mis sueños, observándome en la barra de un bar. Ha llegado el momento de darte el silencio. Podría haberlo hecho como merece la situación: no diciendo nada. Pero creía que merecías un silencio escrito, recordarte que tengo el otro pendiente, la pareja desparejada está en un cajón. Ahí lo guardo como un preciado tesoro, como un recuerdo del silencio que te debo de una vez por todas. Me gustaría decir tu nombre una vez más: ... Te quiero, en silencio.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Nunca estamos contentos

Supongo que aunque las cosas empiecen a ir como deberían, nunca estamos del todo satisfechos. Conformarse no está hecho para los humanos, siempre queremos más.

Son pequeñeces: que no te sobre la comida al cocinar para 300 aunque te lo vayas a comer tú solo (tienes almuerzo para varios días), poder explicarle a alguien qué tal te ha ido el día en el trabajo, comentar esa serie de la 1 que solo ven unos pocos, no tener que mantenerte en tu lado de la cama aunque lo hagas inconscientemente, todos aquellos detalles estúpidos del desamor.

Porque la vida no está hecha para vivirla a solas.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Moving

Hay personas que nacen, crecen, se reproducen y mueren en el mismo lugar (parece un anuncio de Cucal). Hace tantos años que voy de aquí para allá que tengo muchas ganas de quedarme en un sitio y no moverme, plantarme como un pino y crecer ahí tranquilamente al sol y a la lluvia. Cuando terminas una mudanza sientes eso, que ese es tu lugar para los siglos de los siglos, amén. Mas en el fondo, si eres una apátrida, sabes que será temporal y que un día, cuando las aguas vuelvan a su cauce, te irás a otro lugar.

Mudarte es una lata (como el trabajar), porque empaquetas y desempaquetas tu vida en una semana, recolocas la ropa, los trastos que acumulas, limpias, desinfectas zonas, cambias bombillas que se funden sin avisar, llamas al fontanero para que te arregle el calentador y así poderte duchar y descubres que solo te funciona un fogón, a ti que tanto te gusta cocinar.

Pero mudarte también significa crecer como persona, cargar con tus cajas repletas de chismes en soledad, subir y bajar, cerrar llaves de paso y bajar el automático del contador de la luz. Y descubrir. Descubrir que vives en un barrio multicultural, que puedes salir a correr y hacer ejercicio en un gimnasio al aire libre (sí, ya lo he probado), pasear con tu perro por parques sin pipicán y estar cerca del centro de una ciudad llana, en la que no hace falta coger el bus porque puedes ir a cualquier sitio andando (te irá muy bien para adelgazar).

Mudarte quiere decir volver a empezar, encontrar un trabajo temporal que te permita ser medio independiente y albergar esperanzas para nuevos trabajos que apuntalen esa independencia cuando pagues todas tus deudas. Es un nuevo comienzo, pero no el definitivo. Porque los nómadas no concemos la palabra estabilidad, no somos felices permaneciendo siempre en un mismo lugar.

PD: Mudarse también es estar media hora dando vueltas para encontrar aparcamiento y buscar un wifi público desesperadamente para poder publicar. 

jueves, 5 de marzo de 2015

Pues sí

La luna está llena y eso hace feliz a cualquiera que pretenda tener una segunda, tercera o cuarta oportunidad, porque la luna nunca falla, siempre está ahí. 

Decía la canción que “si salimos de esta, te juro que no haré ni un gesto de emoción”, pero es inhumano contener la dicha si vas sacando la cabeza. Alegría contenida, no vayamos a emborracharnos de optimismo. 

Cuando remontas sientes que todo va a ir bien porque hay gente que te ha dado esa segunda, tercera o cuarta oportunidad. Y ahora permíteme que me maquille y me ponga guapa que hoy voy a salir. La luna me está esperando. 

Podría ser cualquier luna, pero así luce ahora

viernes, 20 de febrero de 2015

Tampoco he cambiado tanto...

Siempre tengo los pies fríos y me salen sabañones en las manos. Duermo con pijamas infantiles, mi favorito es de pingüinos pero me lo dejé en el noroeste y no me lo has mandado. No suelo hacer la cama. Grito cuando me enfado. Pierdo los nervios con suma facilidad. Fumo demasiado. A veces bebo a solas. Me encanta el cine de terror, pero prefiero un buen drama. Veo mucha televisión. Leo demasiado durante épocas, poquísimo en otras. Tengo la risa floja y las lágrimas también. Me tomo las cosas muy en serio. A veces no me acuerdo de lo que hice ayer. Nunca olvido una fecha especial. Quiero tenerlo todo bajo control. Soy extremadamente racional. Me pierde la pasión. No como carne desde hace semanas. Ayer comí chuletas. Odiaba las angulas. No soporto la gente hipócrita. Soy más falsa que un duro sevillano. Miento más que hablo. Alguna vez digo la verdad. Me duele no tener lo que quiero. Sé que no tengo talento. Nunca plantaré un árbol. Odio los bebés. El reloj biológico sigue haciendo tic-tac. Ya no tengo agendas. No me entiendo la letra. Me han salido miles de canas. Me acomplejan mis diminutos pechos y mi enorme culo. Tengo la nariz demasiado grande y deformada pero me gusta. Se me cae el mundo encima cada noche. Ya no sigo rutinas diarias. Me sé de memoria algunos números de teléfono. También el tuyo. A veces me acuerdo de gente y quiero saber de ella. Me canso de algunas personas. Soy perseverante. Fui un putón. Gano por teléfono. Me frena la timidez. Hace tiempo que no me fumo un porro. Tiré la marihuana que me sobraba. Cuando me emborracho me da por llorar. Tengo un lunar enorme en el muslo derecho herencia de mi abuela. Un remolino en la frente marca la raya del pelo. Pienso antes de hablar. No me gusta herir los sentimientos aunque lo hago a veces. Soy borde. Llevo una coraza protectora contra los elementos extraños. No acabaré nunca las carreras. Quise hacer una tesis sobre arte ramirense. Me enamoré de un profesor de la facultad y se lo dije. Me gusta conducir y perderme. Hace tiempo que no recuerdo los sueños, dos días exactamente. No me gustan los dulces. Me pierdo por el chocolate con un mínimo del 70% de cacao. Se me agrietan los labios con el frío, con el calor, con el viento. Me maquillo. Uso tanga, pero no sujetador. Mis calcetines son de colores. Tengo la moral por los suelos. Mañana me levantaré como si nada y me acostaré con la moral por los suelos. No soy de fiar porque no sé guardar secretos. Escucho atentamente lo que me cuentan los demás. Quería ser veterinaria. Adoro los perros. Me asusta la sangre. Ya no siento náuseas cada mañana. Uso mi voz para seducir. Me gusta hablar. Callo lo más importante. No sé decir que no. Perdí la cabeza en algún lugar. Soy un GPS humano. Tomo un café diario. O dos. Solubles. Estoy enganchada al móvil. Me gusta salir a pasear sin rumbo fijo. Odio las aglomeraciones de los centros comerciales. No puedo con las madres que llevan a sus hijos a todas partes. Nunca he pegado a nadie. Alguna vez se me ha escapado una hostia. Soy malhablada. Reniego constantemente. No me gustan mis manos. Ya no tengo una colección de pendientes. Los platos se acumulan en el fregadero. Limpio con lejía hasta el suelo. No plancho la ropa. Acumulo recuerdos sin sentido. He tirado montones de ropa que ahora echo de menos. No puedo dormir con las persianas abiertas. Me encanta el verano. Soy buena nadadora y buceadora. Una vez gané un premio de poesía con un poema cursi. Mis compañeros de clase me insultaban. Quiero mucho a mi madre. No confío ni en los hombres. Pienso mal de todo el mundo. Beso muy bien. Soy muy buena en la cama. Creo que las joyas son inútiles. No uso zapatos de tacón, pero me los compro. No me gusta que llueva. Me encanta el gusto de mis lágrimas. Me dejo engañar. Tengo una cicatriz en la rodilla y en el tobillo. Me gustan los hombres de sexualidad ambigua pero me pierden los machos. Puedo cambiar de opinión en décimas de segundo. 

martes, 3 de febrero de 2015

Ser lo que eras...

Nunca estás preparado realmente para una entrevista de trabajo. Las peores son aquellas en las que hay un psicólogo de empresa. Siempre tienes la sensación de que cualquier gesto, mirada, palabra, puede acabar con tus ilusiones. Vas tranquilo a la entrevista, todo lo tranquilo que una situación límite te permite, y te hallas frente a alguien que escudriña tu mente, se te mente dentro y saca lo peor de ti. Acabas siendo demasiado sincero, dices cosas que quizá deberías obviar y acabas siendo un mal candidato. 

Una entrevista de trabajo con un psicólogo es como ir al matadero. No maquillas nada, dices lo que piensas y no sé si la sinceridad es siempre buena. Acabas vendiéndote mal, acabas dando la peor imagen de ti, la que tú mismo tienes, te muestras inseguro, reservado, y aunque clamas al cielo para que alguien diga lo que vales, tú solo te metes en el hoyo, en el pozo. Aunque sepas que eres el candidato ideal, aunque sepas que ese puesto es el tuyo, aunque lo sepas y todos lo sepan y te lo digan, empequeñeces. 

Dices que no es tu mejor momento porque las casi lágrimas en tus ojos de la pregunta anterior así lo predicen, casi lloras en una entrevista de trabajo dejando entrever tu desesperación, tu estado de ánimo, tus ganas de volver a ser lo que eras. Esa es la peor frase: quiero ser lo que era. ¿Qué pensará de ti ese psicólogo de empresa? ¿Realmente necesitas volver atrás para ser lo que eras?

miércoles, 28 de enero de 2015

Dragones

Esperar la llamada que te confirme que aún puedes soñar con volver a tener anhelos, aspiraciones.

Aguardar a que llegue el aviso de correos para que puedas recoger lo poco que dejaste atrás en un rincón de la geografía que no piensas volver a pisar de forma consciente porque la RAE dice que el adverbio derivado terminado en -mente no existe y ya me dirás qué narices piensan los académicos de la RAE.

Permanecer quieto observando como todo avanza mientras tú confías en que a la mierda, no tengo ganas de escribir y no sé qué estoy haciendo y escribir por escribir carece de sentido y no es la primera vez que me bloqueo sin saber qué decir y algo presagiaba la tontería del adverbio y me queman las orejas y siento una sensación de ahogo que solo la ebastina puede calmar así que menos chorradas como él las llamaba y a cuidarse e irse a la cama a leer uno de los libros que tienes a medias (que ahora son dos) y a soñar con la canción de O-zone como hace unos días que ya me dirás por qué sueñas con ese grupo rumano del numa numa yei que tiene delito que aparezca tan claramente en tus sueños porque no entraste en la fase REM y estuviste pocas horas en la cama en un estado de duermevela extraño viviendo en lugares que ni has visitado y despertándote cada media hora y eso que no tenías nada que hacer por la mañana que perturbara tus horas de descanso. Y ha venido el técnico del ascensor que siempre llama a tu puerta cuando se estropea que es bastante habitual que falle una vez recuerdas una vez tuviste que calmar a una vecina que se había quedado encerrada en ese ascensor de la muerte que al menos no tiene un hueco para los ataúdes como aquel de Barcelona que te daba escalofríos cada vez que subías y suerte que ya no subirás más en él y además lo han cambiado porque era verdaderamente desagradable.
Captura de Youtube: Dragostea Din Tei

viernes, 23 de enero de 2015

¿Distopía o utopía?

Theodore, que trabaja escribiendo cartas para otros, hace un año que se separó y está a punto de firmar los papeles del divorcio. No lo hace porque espera a dejar de querer a su mujer. Un día compra el nuevo sistema operativo OS1 del que se acaba enamorando. Esta distopía es el principal hilo conductor de Her, una película de 2013 dirigida por Spike Jonze y protagonizada por Joaquin Phoenix (sobra decir que es hermano del desaparecido River Phoenix, sobra decirlo porque solo si tienes 35 años o más sabes quién es River Phoenix). La película plantea algunas reflexiones en torno al amor. Theodore no idealiza la relación que mantiene con un sistema operativo, su amor es real pero no consumado, es decir, platónico. No es tan diferente al que pueden mantener dos personas separadas por un continente o por otras circunstancias de la vida.

Más allá de esa típica reflexión en la que todos caemos, y más si acabamos de vivir una ruptura, la película me plantea otra duda: esa relación tan estrecha que mantiene el protagonista con un sistema operativo, con un software, con un ente no animado, carente de cuerpo y mente, por muy inteligente que sea (inteligencia artificial, oxímoron donde los haya). Decía al principio que creía, que prefería creer que se trata de una distopía pero ¿y si no es así? La soledad, la incapacidad de mantener relaciones reales, la facilidad con la que interactuamos con aplicaciones, con programas, con ordenadores, ¿no nos puede llevar realmente a satisfacer nuestras necesidades afectivas con un sistema operativo lo suficientemente avanzado? La respuesta fácil es que la falta de contacto físico, de sexo al fin y al cabo, puede ser determinante para que la respuesta sea negativa. Pero, ¿no hay miles de personas que prefieren el onanismo (acompañado del youporn) a una decepción sexual con un congénere? No sé, ¿es una distopía o una utopía?

miércoles, 21 de enero de 2015

Ojo...

Sé quién eres. Antes de ser tú, tú eras yo y estaba ahí, donde estás tú haciendo lo que yo hacía cuando creía que había otra yo. Sé quién eres. Te comportas como yo cuando era tú y sabía que tú eras otra. Y fui otra cuando yo no era yo y tú ni siquiera eras tú ni yo. No me sorprendes y te compadezco a la vez. Porque sé quién eres y eres el patético yo de antaño.

martes, 20 de enero de 2015

Basado en hechos reales...

Dicen los entendidos que lo que te pasa en la infancia suele marcar tu comportamiento durante la adultez. Es decir, que el carácter y las actitudes hacia la vida no se forman solo por condicionantes genéticos, sino que son, sobre todo, producto de la educación. No estoy descubriendo nada, ni he hecho un estudio para llegar a tal conclusión.

Conozco el caso de una amiga que cuando era cría sufrió abusos. Obviaré los detalles porque tampoco hace falta ser demasiado explícitos. Solo sé que, con el tiempo, ha vuelto a repetir patrones de su infancia y que es capaz de justificar situaciones injustificables por lo que sufrió.

Los hijos de maltratadores pueden serlo en la adultez o bien pueden ser víctimas toda la vida. En el caso que nos ocupa el maltrato fue físico (no palizas, maltrato de otro tipo) y psicológico. No era la primera de los hermanos que sufría ese maltrato, pero la situación fue un tanto diferente: mientras que su hermana mayor optó por huir, mi amiga no lo hizo. Buscó la complicidad de su madre y la encontró. Sobra decir que sus hermanos siempre compararon la actitud de la madre en una situación u otra y nunca perdonaron que aquella, por fin, hiciera lo que tenía que hacer. Los condicionantes socioeconómicos pueden explicar, muchas veces, la actitud frente a situaciones limite, y no me voy a poner a juzgar por qué aquella misma madre no actuó de la misma forma en los dos casos. En definitiva lo importante es que, al final, actuó.

A lo que iba. Mi amiga no es una maltratadora. Pero ha repetido esquemas toda su vida. O al menos, hasta que no ha encontrado un esquema parecido al de su infancia no se ha percatado de lo que realmente todo aquello la afectó.

Como si de un complejo de Electra se tratara, ha buscado en sus parejas aquello que no tuvo en su progenitor: el amparo, la protección. Mantuvo relaciones sanas, con personas cuerdas, equilibradas, sensibles, protectoras. Pero algo en su interior la empujó a boicotear esas relaciones. No estaba acostumbrada al amor, al respeto, a la admiración del otro. Boicoteó esas relaciones, tras un tiempo o nada más empezar. Sin saberlo, estaba repitiendo un esquema infantil. Nunca había visto amor en sus padres, nunca había sentido que se respetaran y, por si fuera poco, había sido blanco de las faltas de respeto de uno de sus progenitores. Creía que eso era lo normal. Siempre sin saberlo. Si uno se para a pensarlo sabe que eso no es lo normal, pero la psique es demasiado complicada como para detectar rápidamente que estás equivocado.

Finalmente, encontró, sin buscarla, una persona por la que creía morir, por la que sabía que era capaz de morir. Equivocadamente, ese amor, esa obsesión, era por un clon de su padre, alguien mucho mayor que ella, alguien que no dudaba en vejarla, en abusar de su confianza, en ningunear sus anhelos, en destruir sus ilusiones. Incluso sexualmente se sentía atraída por la sumisión, por el cállate que yo tengo el control, algo que visto desde la distancia seguro que tiene algo de enfermizo. Ella reconoce que era algo enfermizo. Fueron los mejores polvos de su vida, pero enfermizos. Lejos de huir del sexo por los abusos, se dejó llevar por el sexo más salvaje, el que la hacía sentirse como una puta, por lo que sentía que debía ser, porque eso es lo que en su infancia había tenido claro: esto está mal, pero no se lo digas a nadie.

Sin quererlo volvió el patrón. Y salir de ese patrón cuesta. Sinceramente he de decir que le está costando. Se ha dado cuenta de que ha terminado en manos de un tirano, de un abusador, que ha vuelto al cliché de la víctima sin nadie que la ampare, sin una madre que la proteja, de un padre maltratador. Y lo peor de todo es que una vez libre del yugo del tirano, echa de menos estar bajo su influjo. Yo le repito constantemente que debe salir de ahí, que merece que la quieran de verdad, pero ella cree aún que puede cambiar a su verdugo como quiso cambiar a su padre hasta que supo que la única solución era convencer a su madre (con 14 años) que lo mejor era sacar a aquel monstruo de sus vidas. Aquella vez, con 14 años, supo reaccionar ante la adversidad. Creo, pero, que le faltó algo, le faltó apoyo, hacer limpieza de verdad, si no no me explico cómo , veinte años después, aún es capaz de justificar lo injustificable, cómo ahora, siendo adulta, no es capaz de tomar la decisión que tomó hace veinte años. O solo la toma a medias.

Solo me queda el consuelo de quererla tal y como es y de ayudarla en todo lo que puedo, de repetirle día tras día que tiene los mejores amigos del mundo y que, aunque la vida sea una mierda, siempre hay alguien que quiere mejorarla.  

sábado, 17 de enero de 2015

Hablando de persianas...

En persiana cerrada no entra frío
He de confesaros algo: estoy como una chota. Bueno, es algo que ya sabéis desde siempre, pero cuanto más tiempo pasa, más me doy cuenta de que estoy peor que una cabra montesa. Concreto un poco. Hoy me he sorprendido a mí misma diciendo en voz alta (y no me dirigía al perro): voy a cerrar la persiana que lo único que entra por ahí es frío. No sé si hablar solo es síntoma de locura, pero creo que muy cuerda no estoy. Hablo con el perro como si me entendiera, pero lo de hablar conmigo misma en voz alta es algo que me pasa últimamente. No es la primera vez, tampoco voy a negarlo, pero creo que lo hago con más asiduidad.
Lo segundo que me ha venido en mente después de la frase es: hablas igual que tu madre. Y no sé qué es peor (permitidme la licencia humorística). Esa era una frase que ella me repetía en invierno: nena, cierra la persiana que lo único que entra por ahí es frío. Razón tenía la mujer, pero lo más raro es que he usado el mismo tono reprobador que utilizaba ella cuando pronunciaba esas palabras. Así que pensando un poco, me he percatado de que uso muchas de sus expresiones sin darme ni cuenta. Y también muchos de sus gestos, sobre todo los faciales. La misma cara de asco, la misma cara sarcástica de ¿qué me estás contando? Etc. Incluso me recuerdo a ella en detalles tan nimios como coger una servilleta en un bar y empezar a enrollarla en forma de canuto. Es algo que hago sin darme cuenta.
Supongo que cuando somos jóvenes no queremos parecernos a nuestros padres, pero a medida que te haces mayor la genética hace lo que tiene que hacer: ponerte en tu sitio. Me alegro de parecerme a ella.


PD: He vuelto porque me apetecía escribir algo. No sé si será constante, eso ya lo veremos.