miércoles, 13 de julio de 2016

Not included (extra de la autora)

T'ho anava a escriure en català però ja saps que no en sé.

Saber que te he herido, que lo sé, no me exime de mis responsabilidades como persona, aunque sean de mala persona, que lo soy. Ambos lo sabemos. Me duele haberte hecho daño porque el dolor me encontró de joven (¿recuerdas la canción?) y ya no me soltó y me duele haberte dolido y doler y seguir doliendo con omisiones. La información es poder, frase de la que nos vanagloriamos los que alguna vez fuimos periodistas, y yo la he tenido toda. He tenido el poder momentáneo, superfluo, glorioso, he tenido el control, el descontrol, las idas y venidas. Lo he tenido pero en el peor sentido.

No me gusta perder. No sé si nunca te conté que uno de mis libros favoritos se titula “Saber perder”: es de David Trueba. Pues yo nunca he sabido perder. Ni a la brisca, ni en la vida, ni en el trabajo, ni en el amor. Y hace tiempo que solo pierdo pero con mal perder, porque no sé hacerlo. Y he perdido sueños y he perdido personas, y solo he ganado palabras, verbos impersonales sin sujeto, letras sin sentido en una pulsera de tres euros. Eso he ganado.

Y toda esta retahíla de absurdidades, este rodeo, este irse por los cerros de Úbeda (yo también soy amante de las frases hechas) es para decir que perdiendo otra vez, perdiendo por no saber jugar una buena mano, por esconderme ases en la manga, por hacer trampa, por querer ganar a toda costa, te he acabado perdiendo. Y lo que importa no es que haya perdido, es que te haya perdido.


Sé que soy una paradoja con piernas largas y ojos cordobeses. Lo sé. Y ahora que te he perdido sé lo que quiero. Tarde. As usual. Lo siento.  

viernes, 8 de julio de 2016

Y ella también

Los finales no siempre son amargos, menos cuando nada te coge por sorpresa. Entre otras, tus últimas palabras sonaron a reproche: ¿por qué siempre eres tan negativa, tan desconfiada? Ya ves, he vuelto a tener razón. Una vez más he de darte las gracias por darme el final que a mí no se me ocurría. El círculo se cierra de la misma manera que se abrió: con infidelidades de por medio. Quizá solo sexuales, seguramente emocionales. Lo que mal empieza, mal acaba.

Dicen que quien sufre una infidelidad suele ser el último en enterarse. Esta vez creo que he sido la primera. Ya sabes, la curiosidad mató al gato. Ese instinto de autoprotección que me lleva a controlarlo todo. Ese instinto que pocas veces me ha fallado y esa foto a mala baba, publicada a conciencia, fuera de tu alcance pero consentida, con tu beneplácito, sí, hazlo, no me importa, que triunfe el amor, han dado la estocada final. Y esta vez volver a tener razón me ha dolido pero menos, ni siquiera he llorado, quizá por ello he vuelto aquí, a escribirte, tras dos meses de silencio.

He de reiterarte las gracias, me has dado el impulso necesario para empezar y terminar aquello que tú no confías que haga. Ahora he de vivir. Y he dejar de escribirte para escribir a otros. A lo mejor algún día salgas en los agradecimientos. Y ella también.