miércoles, 20 de mayo de 2020

Desfase sin humo


No estoy preparada para la postpandemia. Estaba más preparada para pasar el confinamiento que para la apertura, la desescalada, el desfase o como quieras llamarle. Salir a la calle es un martirio: dando bandazos de acera en acera para no cruzarme con nadie, porque nadie quiere apartarse, nadie mantiene la distancia mínima, ni de metro y medio ni de dos ni de nada, te pasan a centímetros. Hace unos días me atreví a ir a buscar una pizza que encargué en el durum del pueblo. Haciendo cola, una mujer más o menos de mi edad, se coloca detrás a 25 centímetros de mí. Me giro y le conmino a guardar la distancia de seguridad y me responde: tranquila, yo ya lo he pasado, soy inmune y además soy sanitaria. Muy bien, contesté, pero guarda la distancia. Menuda manera de dar ejemplo. Claro que si luego la escuchas hablar de inmunidad de rebaño, de la necesidad que todos lo pasemos, me suena a antivacunas infiltrada en el sistema. 
Ahora entran en juego las mascarillas que a partir de mañana serán obligatorias en la vía pública si no puedes mantener esa distancia física: Llevaré mascarilla hasta para sacar a la perra (quizá en el campo me la quitaré). Sé que los datos son mejores, que viene el calorcillo, que no puedo seguir con esta paranoia, pero me niego a tomar una cerveza en una terraza hasta que todo esto pase o no sé, quizá nunca más. Total, llevo un mes sin fumar, pues podemos también pasar de las terrazas...