martes, 4 de febrero de 2014

Día Mundial Contra el Cáncer

Repaso en la prensa las diferentes noticias relacionadas con la lucha contra el cáncer con cierto estupor. Será mi tendencia a la negatividad la que provoca que solo me fije en datos nada alentadores (previsión de incremento de la incidencia en el futuro, cáncer infantil, etc...). Dejo de lado las historias de superación. Las dejo de lado de forma expresa porque si algo me ha demostrado mi historia personal, es que no siempre se supera. Cuando hablo de historia personal no me refiero a la mía, me refiero a la de mi entorno. En pocos años, diversos de mis amigos han perdido a alguno de sus progenitores a causa del cáncer de diferentes tipos, madres jóvenes en su mayoría. Así que, señores, no siempre se supera.
Entiendo que la sociedad está necesitada de héroes. De héroes que luchan con todas sus fuerzas y vencen la batalla contra la enfermedad (maldita tendencia a hablar sobre el cáncer en términos militares). Comprendo a los que dicen que una actitud positiva ante la dolencia puede favorecer su decrecimiento, entiendo las llamadas a la prevención y al diagnóstico precoz. Pero seamos realistas. ¿Cuándo acudimos al médico? Cuando existen síntomas extraños en nuestro cuerpo. ¿Cuándo se produce eso? Normalmente en un estadio avanzado.
Y es en ese punto cuando echo de menos noticias, artículos, reportajes sobre cómo se convive con un cáncer terminal. No es agradable para el público, pero quizás sería preciso explicarle a la gente cómo un paciente vive esos últimos momentos, llenos de dolor, dejando de ser él mismo para ser otra persona totalmente diferente, y no solo físicamente. No es la tópica pérdida de pelo y de quilos lo que les distingue, es la pérdida del uno mismo.
Echo de menos ver plasmados en un papel los terribles efectos secundarios de los distintos tratamientos de choque, alejados de la hollywoodiense tendencia a las náuseas (los efectos son mucho más extensos). Echo en falta leer sobre las horrorosas escenas alucinógenas provocadas por los potentísimos analgésicos paliativos. Alguien podría escribir sobre el coraje con el que se enfrentan esos enfermos a unos últimos meses muy duros, sabiendo, en el fondo, que esa batalla está perdida.
La sociedad está necesitada de héroes, pero también de realidad.

Nota: Este texto está dedicado a todas aquellas personas que han luchado contra el cáncer y lo han superado, pero sobretodo a aquellos que han perdido la batalla sin dejar de luchar. Y a mi madre, que esta semana hubiera cumplido 67 años.

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