Etiqueta. Hoy en día todo
se etiqueta. Productos etiquetados con una retahíla interminable de
ingredientes. Cuanto más detallado, mejor. Fotos etiquetadas en
redes sociales con nombres de amigos y conocidos. Sin etiqueta una
foto no cobra sentido. Etiquetas en microblogs, mal llamadas
hashtags, para poder seguir un hilo de patrañas sin perder ni un
ápice de la estupidez humana comprimida en 140 caracteres.
Etiquetas. Relaciones
etiquetadas. ¿Qué somos, cariño? ¿Novios? ¿Amigos con derecho a
roce? ¿Amantes? ¿Pareja? ¿Compañeros de vida? ¿Qué narices
somos, cariñín? ¿Por qué necesitamos etiquetar, poner en un cajón
determinado, archivar en la carpeta adecuada un sentimiento? ¿A qué
se debe esa necesidad de concreción? ¿Saber a qué atenernos?
¿Reunir pruebas para reproches futuros? ¿Para eso sirven las
etiquetas? Siempre me pregunté qué éramos, qué somos, qué
seremos. Pero ya no quiero etiquetarnos más. Somos tú y yo y lo
demás son paparruchas sin importancia.
M'encanta aquesta entrada! Tens tota la raó...
ResponderEliminar¿Quién eres, anónimo? ¡Debes manifestarte!
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