lunes, 25 de agosto de 2014

Ingredientes

Etiqueta. Hoy en día todo se etiqueta. Productos etiquetados con una retahíla interminable de ingredientes. Cuanto más detallado, mejor. Fotos etiquetadas en redes sociales con nombres de amigos y conocidos. Sin etiqueta una foto no cobra sentido. Etiquetas en microblogs, mal llamadas hashtags, para poder seguir un hilo de patrañas sin perder ni un ápice de la estupidez humana comprimida en 140 caracteres.
Etiquetas. Relaciones etiquetadas. ¿Qué somos, cariño? ¿Novios? ¿Amigos con derecho a roce? ¿Amantes? ¿Pareja? ¿Compañeros de vida? ¿Qué narices somos, cariñín? ¿Por qué necesitamos etiquetar, poner en un cajón determinado, archivar en la carpeta adecuada un sentimiento? ¿A qué se debe esa necesidad de concreción? ¿Saber a qué atenernos? ¿Reunir pruebas para reproches futuros? ¿Para eso sirven las etiquetas? Siempre me pregunté qué éramos, qué somos, qué seremos. Pero ya no quiero etiquetarnos más. Somos tú y yo y lo demás son paparruchas sin importancia.  

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