martes, 26 de enero de 2016

Buenos platos

Se ha escrito tanto sobre la estupidez humana que hastía solo de pensar en que alguien pueda caer en el mismo error millones de veces. Gustarse a uno mismo por la reiteración de mal llamados errores es peligroso puesto que te acostumbras a ellos de tal manera que ya no les das importancia. Y conocer, saber qué o quién te lleva a cometer esos errores y no poner remedio es peor que saber que eres alcohólico pero seguir tomándote un sol y sombra nada más levantarte. Así que te planteas que a lo mejor eres adicto a los errores, a lo que te hacen sentir, al tiempo de recuperación antes de una nueva recaída. Eres adicto a ese proceso.
Luego están esos memes, esas frases que de tan repetidas hasta les coges cariño como que eres mi error favorito o que errar es humano (esto no es un meme) o lo de tropezar con la misma piedra de la sabiduría popular. Creo que Pablo Coelho tiene la culpa. Pablo Coelho, que es el creador de todas las frases del universo, seguramente también de la mía, de la tuya, de la suya y de la de ellos. Aunque la tuya es robada de una canción y la mía se la quité a John Lennon.
Y erras y/o yerras. Y lo sabías. Mas ya está hecho. Entras entonces en el bucle infinito de pollo al horno, abdominales, oks y buenos días sin ganas y te sientes bien durante dos semanas mientras ella se pregunta una y otra vez por qué cayó otra vez en tu casilla, la que hace retroceder cinco o diez, ya no recuerdo. Porque ambos sois un error que se completa con el otro. Error por error, error al cuadrado.
Hoy no le cogerás el teléfono, ya estás en el ansiado proceso de recuperación del error, el que te hace sentir muerto por dentro tras dos semanas de “luz y de coloooooor, de luz y de coloooooor”. Te encanta sentirte muerto por dentro. Ella quizá llore, quizá se enfade, quizá lea “Nada” de Carmen Laforet. Quién sabe. Se le pasará, como a ti. Entonces volveréis a caer en el error. Esa palabra de erres infinitas y que suena tan bien como sabe, como huele. Es un plato de buen gusto.

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