domingo, 25 de mayo de 2014

Mina

Mina no tiene hijos. Es una suerte con los tiempos que corren. Hace tiempo que se muere de ganas. Desde que perdió a su bebé a las ocho semanas. Mina nunca quiso tener hijos, pero el consabido reloj biológico un día se despertó, se despertó justo cuando vio el positivo en la prueba de embarazo. Y de la misma forma que ese día se despertó, permaneció aletargado tras el legrado por el aborto diferido. Sintió un vacío. Con el tiempo lo llenó con trivialidades y ahora, Mina, no puede tener hijos. No es el momento de pensar en eso.

Mina tuvo una casa. Era un piso cuco de tres habitaciones y piscina comunitaria en un barrio residencial repleto de parejas jóvenes. Mina vivía sola, entraba y salía, se divertía, tenía su espacio. Mina ahora no puede tener un piso. Pero prefiere no pensar en eso.

Mina tenía familia, una madre coraje que la alentaba y ayudaba en cuanto podía. Pero un cáncer se la llevó y Mina ya no tiene madre. Pero no quiere pensar en eso.

Mina tenía un amor, un hombre que la quería y al que quería por encima de todas las cosas y por el que cometió impensables locuras. Pero un día se terminó el amor y ahora Mina no tiene tiempo de pensar en eso.

Mina tenía un trabajo vocacional, de esos que te llenan aunque estén mal pagados, pero un día lo perdió y ahora solo puede pensar en eso. Porque sabe que si un día vuelve a trabajar, aunque sea en algo que no le guste, el resto de cosas volverán, salvo su madre, aunque vive aún en su corazón.

Pero Mina tiene algo muy importante. Lo único que la ha salvado del deshaucio físico y social. Mina tiene amigos. Y Mina nunca podrá devolver todo lo recibido. Y quizá es el momento de pensar en eso. Porque se avergüenza.

La luna de mayo se reflejaba en el mar...
Hay muchas Minas, algunas fuera del sistema, muchas Minas que luchan por sobrevivir como hace Mina, pero que no tienen amigos, porque los amigos de Mina no son de los que desaparecen cuando las cosas van mal. Son amigos de veras. Esos amigos que reúnen el dinero suficiente para pagar un entierro o que te pasan un trabajo para que puedas ir tirando. O amigos que dejan que vivas con ellos aunque no puedas dar lo que demandan. O amigos que te sacan un día para ir a la playa para que te distraigas, o que te compran cosas para que puedas pagar la comida del perro.

Y Mina sabe que dar las gracias no es suficiente. Mina ha de devolver lo recibido, aunque no sabe muy bien cómo. Pero si algo es Mina es una mujer inteligente y algo se le ocurrirá.

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