sábado, 7 de junio de 2014

Generaciones

Me acabo de inspirar. Una canción de Roxy Music que por edad no debería estar en mi repertorio musical me ha abierto los ojos. Antes no había tantas diferencias entre padres e hijos, ahora son abismales. Solo es cuestión de ponerse al día y compartir con las generaciones del futuro los valores del pasado.

No tengo hijos, lo sabéis. Es posible que algún día los tenga, cuando encuentre el candidato ideal (el otro, ya tuve uno, se perdió por el camino). Cuando tenga hijos quiero que estén al día, claro, cómo no, pero también quiero que escuchen canciones antiguas, como esa de Roxy Music. Quiero que tengan un bagaje cultural amplio, que no solo se queden con el momento, que sepan apreciar el pasado. 

Seguiré la estela de mi madre. Mi madre, por si no lo sabéis, apenas sabía leer y escribir. Pero señores, antes de empezar el cole, mi madre me enseñó lo poco que sabía. Cuando empecé lo que antes llamábamos Parvulitos (P-4, lo de P-3 lo inventaron después) la menda sabía leer y escribir. Sí. Sabía leer y escribir. Es sorprendente que una persona que no ha leído un libro entero en su vida sea capaz de transmitir pasión por la lectura a su vástago. Es sorprendente cómo en una casa en la que el único libro que se lee sea una novela del oeste (de esas que se intercambiaban en el estanco), alguien haya podido amar las letras, la cultura en general, como yo las amo. 

Se lo debo a ella. Porque quería que fuera alguien en esta vida. No creo haber cumplido sus expectativas, no soy nadie en esta vida, pero tengo ese punto de curiosidad, ese interés por el pasado, el presente y el futuro que ella quiso tener. Aún la recuerdo leyendo, ya entrada en muchos años, un libro tocho que antes nunca se atrevió a leer. La recuerdo yendo a la biblioteca para coger un libro que le costó horrores (y horas interminables) leer. La recuerdo así, intentando superarse a sí misma. La recuerdo no avergonzándose de nada e intentando ser mejor. Coño. Es mi madre, la mejor madre del mundo por mucho que otros quieran manchar su imagen. 

Y me he ido por los cerros de Úbeda. A ella le debo el saber popular, el amor por las frases hechas y, en definitiva, por la lengua. Resulta kafkiano amar la lengua gracias a una analfabeta. Gracias mama.


No hay comentarios:

Publicar un comentario