viernes, 25 de julio de 2014

Te sigo echando de menos, un año después

Rondaba la una de la madrugada del 25 de julio cuando sonó el teléfono. No auguraba nada bueno. Desde entonces, nunca más he utilizado Stockholm Syndrome como tono de llamada. Me trae demasiados malos recuerdos. Fue a esa hora cuando supe que te habías ido para siempre. Ha pasado un largo año y sigo echándote de menos.

Me dueles menos. Ya no lloro cuando hablo de ti. No es porque no te piense: antes de acostarme siempre te doy las buenas noches. Es que empiezo a recordar los buenos momentos para olvidar los malos. Te recuerdo cuando hago algún plato que tú preparabas a la perfección, cuando hablo con amigos sobre cualquier trivialidad, cuando me sorprendo diciendo en voz alta cosas que solo tú entenderías. Te recuerdo cada día.

Guardo aún tus cenizas. No he encontrado todavía el momento de dejarte ir del todo. Siento eso, no haberte dejado ir del todo. Pero aún te quiero a mi lado. Todavía debes estar a mi lado.

Han cambiado muchas cosas en un año. O quizá no han cambiado tantas. Hoy los diarios y las teles recordaran el accidente de tren de Santiago, que pasó horas antes de tu marcha. Mientras, yo trabajo en algo temporal, pero seguro que te alegras. Sigo enamorada del mismo hombre, sigo teniendo a mis amigos. Tus hijos siguen sin dar señales de vida, pero doy gracias por ello.

Códex sigue bien, un año más viejo, pero dando la tabarra como de costumbre. Estoy segura de que también te echa de menos.

Espero no haberte decepcionado mucho. Espero que seas feliz en el cielo de las madres. Espero que me sigas cuidando. Te quiero, mama. Mucho. Sigue descansando.

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