lunes, 2 de noviembre de 2015

La eterna

La eterna amiga soltera. Todas están emparejadas, alguna hasta casada. Las menos con hijos. Pero yo soy la eterna amiga soltera, la eterna amiga casi amigote, casi colega, casi que vámonos de fiesta, aquella que se apunta a un bombardeo. Camino de los cuarenta (que sí, que me quedan cuatro, pero camino de los cuarenta) y sigo siendo la eterna amiga soltera. El mal carácter, Chica, la bordería, Chica, la mala suerte, Chica, la, la la, la... la eterna amiga soltera. La que antes sería la solterona. Y lo más jodido es que seguramente he vivido, he amado muchísimo más que mis congéneres emparejados/as. Pero sigo siendo la amiga soltera a la que se mira con condescendencia en las reuniones sociales, pobrecita ella con lo mona que es y sin novio, pero es que es muy hija de puta...
Pero espera, que hay grandes, enormes personas que siguen solas, que merecen ser el centro del universo de alguien pero siguen solas y quieren estar con alguien pero siguen solas y esas, esas personas son mis amigos. Somos el club de los solteros. Sí. ¿Qué pasa? Nada. Y nos morimos por dentro por volver a sentir eso que se llama amor, pero sonreímos como si nada pasara. Como si eso no fuera con nosotros, Rímel, niña, sonrisa y todo está igual. Somos los que no necesitamos un buenas noches o un te quiero, somos esos miembros del club más exclusivo del mundo, el de los orgullosos de estar solos por voluntad ajena. Menos lloros Caperucita, que tu capucha esconde abuelas a las que no fuiste a ver porque no quisiste. Sí, Señor Lobo castígueme por ello, castígueme por no querer a quien me quería con la soledad eterna, me lo merezco.

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