T'ho anava a escriure en català però
ja saps que no en sé.
Saber que te he herido, que lo sé, no
me exime de mis responsabilidades como persona, aunque sean de mala
persona, que lo soy. Ambos lo sabemos. Me duele haberte hecho daño
porque el dolor me encontró de joven (¿recuerdas la canción?) y ya
no me soltó y me duele haberte dolido y doler y seguir doliendo con
omisiones. La información es poder, frase de la que nos
vanagloriamos los que alguna vez fuimos periodistas, y yo la he
tenido toda. He tenido el poder momentáneo, superfluo, glorioso, he
tenido el control, el descontrol, las idas y venidas. Lo he tenido
pero en el peor sentido.
No me gusta perder. No sé si nunca te
conté que uno de mis libros favoritos se titula “Saber perder”:
es de David Trueba. Pues yo nunca he sabido perder. Ni a la brisca,
ni en la vida, ni en el trabajo, ni en el amor. Y hace tiempo que
solo pierdo pero con mal perder, porque no sé hacerlo. Y he perdido
sueños y he perdido personas, y solo he ganado palabras, verbos
impersonales sin sujeto, letras sin sentido en una pulsera de tres
euros. Eso he ganado.
Y toda esta retahíla de absurdidades,
este rodeo, este irse por los cerros de Úbeda (yo también soy
amante de las frases hechas) es para decir que perdiendo otra vez,
perdiendo por no saber jugar una buena mano, por esconderme ases en
la manga, por hacer trampa, por querer ganar a toda costa, te he
acabado perdiendo. Y lo que importa no es que haya perdido, es que te
haya perdido.
Sé que soy una paradoja con piernas
largas y ojos cordobeses. Lo sé. Y ahora que te he perdido sé lo
que quiero. Tarde. As usual. Lo siento.
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