martes, 24 de marzo de 2015

Callada

Podrían haber sido seis, o bien tres, pero han pasado cuatro, cuatro meses. Los suficientes para regalarte lo que más deseas, lo que creo que más deseas: el silencio.
Siempre he hablado de más, he jugado con las palabras, con el sonido de las letras, llenando vacíos, dando explicaciones no reclamadas, expresando sentimientos que solo a mí me importan, desvelando intimidades (cosa que te molestaba muchísimo), aireando tus secretos más triviales. Ha llegado el momento de no volver a hablar de ti, de no pensarte, de evitar que aparezcas en mis sueños, observándome en la barra de un bar. Ha llegado el momento de darte el silencio. Podría haberlo hecho como merece la situación: no diciendo nada. Pero creía que merecías un silencio escrito, recordarte que tengo el otro pendiente, la pareja desparejada está en un cajón. Ahí lo guardo como un preciado tesoro, como un recuerdo del silencio que te debo de una vez por todas. Me gustaría decir tu nombre una vez más: ... Te quiero, en silencio.

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