De pequeña, como muchos,
quería ser veterinaria. Pero me di cuenta un día que no soportaría
ver un perro abierto en canal en una fría sala de operaciones
perrunas. Así que desistí de mi sueño infantil. Nunca tuve claro a
qué quería dedicarme cuando fuera mayor. Ni tan solo en el
instituto. No fue hasta tercero de BUP que supe que escribir me
gustaba y, deduje, que debía dedicarme a algo relacionado con ello.
Fue gracias a una de las asignatura EATP (no recuerdo lo que
significaban las siglas) que era una especie de taller de escritura.
Mi profe, al que luego odiaría por no ponerme una matrícula de
honor en una asignatura de COU (necesitaba todas las matrículas para
poder tener el primer año de carrera gratis, pagado con mi esfuerzo
previo), alababa mi estilo y me sugirió que debía explotarlo de
alguna forma.
palabrainventada.blogspot.com |
Pensé en la filología
(hispánica) pero sabía que no podría dedicarme a la enseñanza
(una de las salidas habituales) porque no me gustan ni los niños ni
los adolescentes. La descarté. Dudé entre Humanidades (esa mezcla
horrible de diferentes disciplinas), Historia del Arte (carrera que
inicié años después) y otras licenciaturas de letras. Pero vi la
luz: escribe e intenta ganar dinero con ello, o sea, estudia
periodismo, me dije. La experiencia me llevó a comprobar que quizás
me había equivocado en el tema económico, pero no en el desarrollo
de mi verdadera pasión: la escritura. Y si no tienes imaginación y
eres incapaz de crear personajes de la nada, el periodismo es una muy
buena opción: cuentas lo que ves, explicas la realidad. Eso es lo
que me gusta, explicar la realidad, qué está pasando. La maldita
crisis, ya tú sabes, y el demasiado tiempo de ocio fruto de ser un
miembro del selecto club de los parados, hizo que tomara una
decisión: renovarse o morir. Pero, ¿si te ves lejos de tu pasión,
¿cómo puedes dar lo mejor de ti mismo? Seguiremos pensando en
ello....
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