viernes, 14 de junio de 2013

Existencialismos

De pequeña, como muchos, quería ser veterinaria. Pero me di cuenta un día que no soportaría ver un perro abierto en canal en una fría sala de operaciones perrunas. Así que desistí de mi sueño infantil. Nunca tuve claro a qué quería dedicarme cuando fuera mayor. Ni tan solo en el instituto. No fue hasta tercero de BUP que supe que escribir me gustaba y, deduje, que debía dedicarme a algo relacionado con ello. Fue gracias a una de las asignatura EATP (no recuerdo lo que significaban las siglas) que era una especie de taller de escritura. Mi profe, al que luego odiaría por no ponerme una matrícula de honor en una asignatura de COU (necesitaba todas las matrículas para poder tener el primer año de carrera gratis, pagado con mi esfuerzo previo), alababa mi estilo y me sugirió que debía explotarlo de alguna forma.
palabrainventada.blogspot.com

Pensé en la filología (hispánica) pero sabía que no podría dedicarme a la enseñanza (una de las salidas habituales) porque no me gustan ni los niños ni los adolescentes. La descarté. Dudé entre Humanidades (esa mezcla horrible de diferentes disciplinas), Historia del Arte (carrera que inicié años después) y otras licenciaturas de letras. Pero vi la luz: escribe e intenta ganar dinero con ello, o sea, estudia periodismo, me dije. La experiencia me llevó a comprobar que quizás me había equivocado en el tema económico, pero no en el desarrollo de mi verdadera pasión: la escritura. Y si no tienes imaginación y eres incapaz de crear personajes de la nada, el periodismo es una muy buena opción: cuentas lo que ves, explicas la realidad. Eso es lo que me gusta, explicar la realidad, qué está pasando. La maldita crisis, ya tú sabes, y el demasiado tiempo de ocio fruto de ser un miembro del selecto club de los parados, hizo que tomara una decisión: renovarse o morir. Pero, ¿si te ves lejos de tu pasión, ¿cómo puedes dar lo mejor de ti mismo? Seguiremos pensando en ello....

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