jueves, 4 de julio de 2013

Los últimos días (I, II, III y IV)

Alguien debería enseñarnos qué hay que hacer cuando alguien va a morir. No sé quién. Pero deberían enseñarnos, no sólo a afrontarlo, si no a saber qué pasos hay que seguir. Alguien debería contarnos, además, cómo se le dice a un ser querido que va a morir. Qué palabras hay que utilizar, qué gestos usar, qué cuestiones eludir, en qué momento decírselo y cómo. El médico solo ha sido sincero conmigo a solas, escudándose en que ella no parece haberlo asumido. Un médico debería tener el valor de decirle a un paciente la verdad, por dolorosa que sea. Pero el familiar directo es el último responsable y en el caso que nos ocupa, esta que os escribe es la familiar directa. Y no sé cómo decírselo. Hace días que lo sé y me he guardado toda la mierda para que ella no se dé cuenta. Pero se acerca el fin y he de ser honesta con ella y conmigo misma. Pero, ¿cómo se lo digo?

LOS ÚLTIMOS DÍAS (II)



Me pregunto a veces por qué caminos le lleva Morfeo, cuando el cansancio y los opiáceos provocan que cierre los ojos calmada. Qué soñará, si es que sueña, a dónde irá su mente, si se dirige a alguna parte. Mientras velo, en soledad, me pregunto estas cosas. Prefiero preguntarme si es feliz en los sueños, más de lo que lo ha sido en vida, antes que preocuparme de lo que pasará mañana. Espero que sea feliz en el trance de la fase REM. Que esté contenta, que recuerde buenos momentos o cree nuevos instantes de alegría. Es lo único que importa ahora.



LOS ÚLTIMOS DÍAS (III)



Ver con tus propios ojos que quien te dio la vida se siente culpable de amargártela por algo que no puede controlar. Eso es lo más duro. No es el agotamiento, la paciencia extrema (que en mi caso no es demasiada, puesto que siempre tuve un carácter bastante estúpido) o comprobar que se te va. Lo más duro es constatar que ella es consciente de ello, de que el tiempo se acaba, y encima se siente culpable. Sentirse culpable nos viene de familia, por lo que veo. Tanto de lo que depende de nosotros como de lo que no. Y se siente culpable de no ser la de antes y cree que me arrastra hacia su ciénaga de forma inexorable. Pero no sabe que no hay culpas, no hay culpables. Estaré a su lado porque es donde quiero estar, no por obligación filial. Es donde quiero estar ahora.



La luna de junio, para mi mami
LOS ÚLTIMOS DÍAS (IV)



No he podido hacerlo. No he tenido el valor. Ver que sigue luchando me quita las ganas de ser honesta y sincera. Me duele no decirle la verdad, pero prefiero verla así, con empuje, aunque sea escaso, para seguir viva. Ahora que el dolor parece un poco controlado, es hora de controlar los delirios y las alucinaciones. Ajena a esta cruda realidad, creí que la morfina la mantendría dormidita y no tendría demasiados efectos secundarios. Pero me equivocaba. Confunde sueños con realidad, recuerdos con fantasía, se preocupa por cosas que solo pasan en su mente. A veces, sus delirios me hacen reír, pero son las pocas. Normalmente resultan preocupantes. Ayer, a mitad del almuerzo empezó a llorar y a pedirme perdón porque no me había felicitado por mi santo. Mi santo fue hace un mes y sí, me había felicitado. Estaba compungida, sintiendo una culpabilidad extrema por algo que no había hecho. Pocas horas después, tuve que salir para hacer la compra. En cuanto llegué me dijo que había pasado esos tres cuartos de hora pensando que me habían hecho algo malo, convencida de que estaba mal, que alguien me había dañado. Es la hora del Haloperidol para controlar esos brotes psicóticos. Nunca antes había conocido tantos medicamentos.

2 comentarios:

  1. Hace tiempo que no leía algo tan conmovedor, tan honesto y paralizante, algo tan por encima de la mejor aserción que cualquier premio Nobel pudiera componer. No resulta nada fácil mostrar honestidad cuando el cieno cubre tus pulmones y quema tu gargánta. Tal vez no es el mejor de los escenarios para tí, chica enrevesada, pero te animo a seguir con la pluma sobre el papel, los que son como nosotros encuentran en esto un buen desagüe, algo que permita vaciar y verter el agua nueva.... Un saludo, ¡y a remontar!

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  2. Gracias por tus palabras. El papel siempre ha sido mi desagüe como dices.... y lo sigue siendo.
    Saludos y ¡Feliz Año!

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