En persiana cerrada no entra frío |
He de confesaros algo:
estoy como una chota. Bueno, es algo que ya sabéis desde siempre,
pero cuanto más tiempo pasa, más me doy cuenta de que estoy peor
que una cabra montesa. Concreto un poco. Hoy me he sorprendido a mí
misma diciendo en voz alta (y no me dirigía al perro): voy a cerrar
la persiana que lo único que entra por ahí es frío. No sé si
hablar solo es síntoma de locura, pero creo que muy cuerda no estoy.
Hablo con el perro como si me entendiera, pero lo de hablar conmigo
misma en voz alta es algo que me pasa últimamente. No es la primera
vez, tampoco voy a negarlo, pero creo que lo hago con más asiduidad.
Lo segundo que me ha
venido en mente después de la frase es: hablas igual que tu madre. Y
no sé qué es peor (permitidme la licencia humorística). Esa era
una frase que ella me repetía en invierno: nena, cierra la persiana
que lo único que entra por ahí es frío. Razón tenía la mujer,
pero lo más raro es que he usado el mismo tono reprobador que
utilizaba ella cuando pronunciaba esas palabras. Así que pensando un
poco, me he percatado de que uso muchas de sus expresiones sin darme
ni cuenta. Y también muchos de sus gestos, sobre todo los faciales.
La misma cara de asco, la misma cara sarcástica de ¿qué me estás
contando? Etc. Incluso me recuerdo a ella en detalles tan nimios como
coger una servilleta en un bar y empezar a enrollarla en forma de
canuto. Es algo que hago sin darme cuenta.
Supongo que cuando somos
jóvenes no queremos parecernos a nuestros padres, pero a medida que
te haces mayor la genética hace lo que tiene que hacer: ponerte en
tu sitio. Me alegro de parecerme a ella.
PD: He vuelto porque me
apetecía escribir algo. No sé si será constante, eso ya lo
veremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario