Joder al prójimo no es el
único deporte nacional en este país, ya sabéis, lo que siempre se
ha llevado es la charlatanería (directamente relacionada con lo de
joder al prójimo). Dice la Wikipedia que “un charlatán es
una persona que practica algún tipo de estafa con el fin de
conseguir beneficio económico o alguna otra ventaja mediante el
engaño o la superchería. Todo charlatán debe tener alguna
habilidad especial; la más común es el don de la palabra, mediante
la que logra embaucar a su audiencia, por lo general inculta en la
temática que el charlatán postula. Otra de las habilidades más
comunes es la prestidigitación (movimiento rápido de las manos),
mediante la cual hacían los cambios oportunos de productos que
entregaban, recibían o devolvían. A menudo los poseedores de la
primera habilidad mencionada se asociaban con los de ésta, para
mejor llevar a cabo sus estafas. En lenguaje más coloquial, se llama
también charlatán a aquel
que habla excesivamente y, más específicamente y en sentido
peyorativo, cuando además habla de algo que no conoce o no
entiende.”
Y tenemos de los dos
tipos, los que embaucan con el fin de conseguir un beneficio propio,
y los que hablan sin parar de temas que desconocen. Solo hace falta
hacer un repaso a los diarios para encontrar ejemplos de los dos,
pero en la vida cotidiana también existen. El peor tipo de
charlatán, pero, es el que además combina ese mal llamado arte con
la alcahuetería, entendida como propagación de chismes. Y aunque
tradicionalmente se ha relacionado esta con actitud con las mujeres,
no hay peor charlatán alcahuete que un hombre.
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El charlatán
chismoso creador de rumores es un ser peligroso, puesto que el único
fin que persigue es crear maraña y además suele jugar a un doble
juego. Sabe sacar información con palabras bonitas abusando de la
confianza depositada, información que tergiversa y difunde a su
antojo. A veces miente descaradamente para obtener una verdad que
acabará convirtiendo en otra mentira.
Quizás parece propio de
adolescentes, pero los charlatanes alcahuetes suelen serlo toda la
vida. Hace unos años que conozco un par de ejemplares. Uno de ellos
lo tenía clarísimo, lo calé el primer día. Al otro me ha costado
un poco más desenmascararlo, porque confiaba en él, pobrecita de
mí. Pero todo cae por su propio peso.
Muerte al charlatán.
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