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A tu padre nunca le
gustó mi música. La oía de fondo en nuestros encuentros fugaces.
Escuchaba canciones que hablaban de amores perdidos, desdichas,
cafeteras y domingos soleados, playas de aguas tranquilas y ambientes
amarillos. No las entendía. No le apetecía escucharlas. Aprenderás
con el tiempo que a tu padre pocas cosas le apetecían, pocas cosas
le interesaban salvo tú y yo. Y eso último también lo pongo en
duda.
Poco sé de tu padre. Es
difícil conocerle a fondo. Sé que es un buen hombre, y eso debe
bastarte. Sé que no quiere dañar a nadie, aunque lo haga. Sé que
no sabe querer y eso lo convierte en un ser infeliz e incapaz de
hacer feliz a nadie. Pero no se lo tengas en cuenta.
Él es la persona a
la que más he amado en mi vida. Seguramente la única a la que he
amado. He querido a mucha gente, me enamoré de alguien en su día.
Lo que sentí por él no era sólo amor, era algo inexplicable. Era
un vacío cuando no estaba aquí, era un vacío cuando lo tenía
cerca. Decía él que era un problema para mí, eso sentía. Se
equivocaba. No era un problema, lo era todo.
Decía de mí que
era fuerte e independiente y que me admiraba. A su lado era pequeña
e insignificante, necesitada y dependiente. Era el aire, mi oxígeno,
mi agua, mi luz, mi vida. Y moría pensando que nunca podríamos
tener una vida juntos, una vida normal.
Tu padre no era
normal. Yo no era normal. Lo nuestro no era normal. Quizás por eso
fue tan hermoso. Quizás por eso fue único. Relativizó mi mundo,
mis creencias, mis deseos, mis aspiraciones. Nunca me necesitó y eso
me dolía, pero cada vez menos. Porque disimulaba. Porque en el fondo
fui la única persona a la que había amado, la única por la que
sentía verdadero amor, aunque no supiese querer.
Era un cobarde. Lo
reconoció entre lágrimas algunas veces. Fui la única persona que
le hizo llorar en ciertas ocasiones. Algunas sin saber por qué.
Otras por no poderme amar como yo reclamaba. Por no tener el valor
suficiente de admitir que su vida sin mí era una auténtica
desdicha, que no tenía ningún sentido.
Pero por suerte tú todos
esos defectos (o virtudes) no los reconocerás. Porque tú eres el
sentido de su existencia. Siempre lo serás.
Duro, pero precioso.
ResponderEliminarGracias Ángel!!
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