martes, 23 de abril de 2013

A dos años vista

El día que me echaron del trabajo en el que había estado durante tres años no supe hacer otra cosa que llorar. Nos reunieron en una sala para explicarnos los supuestos motivos del recorte de personal, motivos que nadie creía, y todo aquello que estuve ensayando ante el espejo días antes, cuando sospechaba que aquella misteriosa reunión era para despedirnos, todo aquello que pensaba decir se diluyó entre lágrimas. Ese sentimiento de impotencia paralizador que acecha en situaciones límite que no sabemos cómo afrontar hizo que no supiera decir con palabras todo lo que quería decir, todo lo que debía decir. Y no lo dije. Pero dos años después quizás estoy ya preparada para decir todo lo que aquel día guardé para mí.

Meses antes de aquella reunión, el cambio de gobierno no trajo consigo más que malas noticias. Sabía de antemano que mis funciones iban a desempeñarlas otras personas porque desde el primer día que entré a trabajar en aquella “empresa” no fui bienvenida. Las reticencias ante personal civil en una institución dominada por el sentimiento de jerarquía y disciplina pseudomilitar no podía ser más que acogida con susceptibilidades. No pasar por el aro por el mero hecho de tener pensamiento propio estaba mal visto, por aquello de los grados de antigüedad y el miedo a un expediente si no se cumplen las órdenes. Nuestra entrada en el sistema era una especie de insubordinación futura encubierta. Era de los otros, y los otros nunca pueden ser de los nuestros, ni lo serán.

La visita de la nueva coordinadora del cotarro acabó por despejar la incógnita, semanas antes del desenlace fatal. Debía haberme preguntado por mis funciones, y acabó interesándose más por mis subordinados que por mis tareas habituales. ¡Mau! Así, de este modo supe que en cuanto terminara mi enésimo contrato temporal iban a prescindir de mis servicios.

El día de autos, reunidos en aquella sala que parecía un despacho oval, aquel día todo fueron halagos hacía las funciones desempeñadas pero, oh maldita crisis, tenían que recortar personal. Pero lo cierto es que ellos querían volver a tener el control de la situación y nosotros, los otros, éramos un enorme obstáculo. Además, nos había contratado un gobierno de distinto color (aunque nuestros nombramientos no fueron políticos, nunca me he relacionado con esa casta) y no quedaba bien mantenernos en unos puestos que podían desempeñar otras personas con escasa preparación pero más acostumbrados al “sí, a sus órdenes”. Fue así de simple. Los que nos agasajaban por el trabajo realizado eran los mismos que por detrás criticaban nuestro esfuerzo, eran los mismos que no querían entender nuestras decisiones, los mismos que siempre dudaban de cuanto proponíamos.

definanzas.com
Aquel día, el día del final, no supe más que llorar por todo lo que perdía. Aquel día solo supe preguntar por qué no habían tenido en cuenta nuestra experiencia y opinión para una futura reorganización del sistema. Fue lo único que alcancé a decir, después que la coordinadora del cotarro soltara por esa bocaza que llevaba días sin dormir pensando en cómo mantenernos en una estructura que de por sí era difícil de mantener. ¿Tú has estado días sin dormir pedazo de zorra? Eso lo pensé, pero no lo dije. Nosotros sí hemos estado días sin dormir pensando en las hipotecas/alquileres que no vamos a poder pagar, pensando en los hijos que no vamos a poder mantener, pensando en todo lo que va a acabar destruido por tu incompetencia. Nosotros hemos recurrido a somníferos para sobrellevar la situación. No tú, estúpida soplapollas. Todo esto es lo que me hubiera gustado decir aquel día, pero lo cambié por unas lágrimas.

2 comentarios:

  1. Curioso. A mi me dijeron algo parecido...

    ResponderEliminar
  2. Lo de la falta de dinero? Hubo otra supuesta causa, un decreto por el cual no se podían renovar más personas por acumulación de tareas/refuerzo. Pero el decreto de lo siguen saltando a la torera renovando a dos personas que en principio debían estar en nuestra misma situación.... Qué raro, todo, no te parece, anónimo?

    ResponderEliminar