Como casi cada viernes
esperaba que llegaras a casa. Ese viernes, como casi cada viernes,
había comprado su vino preferido de entonces, Viñas del Vero.
Siempre le encantó degustarlo mientras cenaba con el estómago
revuelto por los nervios porque, un viernes más, te iba a tener en
sus brazos. Copa viene, copa va y tú no llegabas. No era demasiado
raro, puesto que nunca has sido puntual. Siguieron cayendo copitas y
tú continuabas sin aparecer.

- Me he tomado un montón de pastillas con vino porque no
vienes...
Al que le respondes:
- ¿Qué haces? ¡No voy porque habíamos
quedado mañana!
Ojos como platos, llamada fugaz a su mejor amiga que
estaba a cientos de kilómetros en un concierto y conclusión: hay
que ir al lavabo a no dejar nada dentro de todo lo tomado. Huelga
decir que lo único que mató aquella noche la pobre desdichada
fueron algunas neuronas...
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