martes, 9 de abril de 2013

Patético intento de suicidio con amoxicilina y naproxeno

Como casi cada viernes esperaba que llegaras a casa. Ese viernes, como casi cada viernes, había comprado su vino preferido de entonces, Viñas del Vero. Siempre le encantó degustarlo mientras cenaba con el estómago revuelto por los nervios porque, un viernes más, te iba a tener en sus brazos. Copa viene, copa va y tú no llegabas. No era demasiado raro, puesto que nunca has sido puntual. Siguieron cayendo copitas y tú continuabas sin aparecer. 

Se envalentona y te envía un SMS (¿alguien recuerda lo que son los SMS?). Le respondes que no vas. ¿Cómo? ¿Qué? ¿Por qué? Todas las preguntas se arremolinaban en su espeso cerebro regado de alcohol al que no se le ocurre nada más inteligente que ir a buscar el botiquín: aspirinas, naproxenos, amoxicilinas, algún ungüento, agua oxigenada, vendas y tiritas. “¡Ahora caerá sobre ti el peso de mi muerte!” piensa la pobre infeliz. Mezcla unos cuantos naproxenos (analgésicos) y amoxicilinas (antibióticos) con otras dos copas de vino, enviándote a su vez otro SMS: 

- Me he tomado un montón de pastillas con vino porque no vienes... 

Al que le respondes: 

- ¿Qué haces? ¡No voy porque habíamos quedado mañana! 

Ojos como platos, llamada fugaz a su mejor amiga que estaba a cientos de kilómetros en un concierto y conclusión: hay que ir al lavabo a no dejar nada dentro de todo lo tomado. Huelga decir que lo único que mató aquella noche la pobre desdichada fueron algunas neuronas...

No hay comentarios:

Publicar un comentario